- Las ruedas del rover se deterioran a un ritmo muy superior al previsto
- La NASA ha identificado el origen del problema y estrategias para minimizarlo
- Lo aprendido se aplicará en el rover que la NASA quiere enviar en 2020 a Marte
A principios de este mes el rover Curiosity de la NASA cumplía dos años explorando la superficie de Marte, dos años en los que todos los sistemas de a bordo han funcionado tan bien o mejor de lo que se esperaba, salvo las ruedas del vehículo.
Detectado por primera vez en las imágenes recibidas del sol –del día marciano– 411 de la misión, las ruedas, fabricadas fresando bloques de aluminio hasta dejarlos en un grosor de 0,75 milímetros, estaban acumulando pinchazos, rajas y desgarros a un ritmo preocupante, daños que amenazan la movilidad del vehículo, y que además resultaban tanto más preocupantes cuando en principio los responsables de la misión no sabían por qué las ruedas estaban resultando dañadas a tal velocidad, mucho mayor de la prevista.
Pero afortunadamente, tras muchas pruebas, los técnicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro consiguieron averiguar qué es lo que causa estos daños y, lo que es más importante, diseñar estrategias para mitigarlo una vez entendida la causa del problema.
Rocas y sistema de supensión
Esta parece radicar en la presencia de numerosas rocas puntiagudas en la zona por la que estaba circulando Curiosity que no se desplazan al pasar este por encima, a diferencia de lo que ocurría en las zonas en las que circularon otros rover de la NASA, en las que las rocas se apartaban bajo el peso de estos.La presencia de estas rocas resulta además más dañina para las ruedas de Curiosity de lo previsto porque aunque estas están pensadas para resistir los efectos de este tipo de rocas siempre que el peso del vehículo esté repartido entre todas resulta que el diseño del sistema de suspensión hace que en algunas circunstancias cuando el rover pasa por encima de una de estas rocas puntiagudas todo el peso del vehículo pueda pasar a descansar sobre la rueda que está pasando sobre esta, lo que prácticamente asegura que se produzca una perforación.
Pero la buena noticia, como decía antes, es que una vez identificado el origen del problema, los responsables de la misión han podido diseñar varias estrategias para mitigarlo.
Mitigando el problema
Una de ellas es programar a Curiosity para que cuando se mueva evite este tipo de rocas, aunque esto solo sirve para cuando se programan desplazamientos cortos, ya que solo es posible apreciar la presencia de estas rocas hasta una distancia de 10 o 20 metros en las imágenes que envía el rover; es el tipo de estrategia que se usa cuando Curiosity tiene que pasar sí o sí por terreno «peliagudo.Otra es conducir marcha atrás, ya que, de nuevo en virtud del diseño del sistema se suspensión del rover, cuando circula marcha atrás las fuerzas que se ejercen sobre las ruedas son mucho menores. A cambio, cuando Curiosity se mueve marcha atrás al final tiene que girar 180 grados en el punto en el que se para para poder mirar hacia delante con las cámaras y programar el siguiente desplazamiento, lo que añade unos seis metros extra de desplazamiento a las ruedas sin que Curiosity realmente se mueva del sitio; se usa más para cuando se hacen desplazamientos largos «a ciegas» por terrenos en principio menos complicados.
También se están planificando las rutas a largo plazo sobre terreno más amigable usando tanto imágenes y datos obtenidos por los instrumentos de a bordo como imágenes y datos obtenidos de las sondas que hay en órbita alrededor de Marte.
Una última opción es una actualización del software de a bordo que debería permitir a Curiosity manejar las ruedas de forma más inteligente, de tal forma que si nota que una está experimentando demasiada oposición al movimiento podría dejarla girar libre o ejerciendo menos fuerza sobre ella, aunque esta modificación del software aún tiene que ser probada y aprobada.
Lecciones aprendidas
A largo plazo, lo aprendido con Curiosity servirá para el rover que la NASA quiere enviar a Marte en 2020, basado en el diseño de este.No está claro qué modificaciones se harán en sus ruedas, porque por ejemplo hacerlas tan solo un milímetro más gruesas añadiría un total de 10 kilos al peso del rover, peso que se pierde en instrumentos científicos y que también afecta al sistema de aterrizaje de este.
Pero para Curiosity la suerte ya está echada, y aunque no quede más remedio que circular más lento, no parece que a la larga, una vez detectado el origen del problema, esto vaya a afectar seriamente a la misión.
Tomado de:
RTVE