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13 de mayo de 2014

El Yo: un concepto con fecha de caducidad

La conciencia del yo es una fase del desarrollo humano que implica la separación con el entorno para adquirir la identidad, la individualidad y la independencia. En tanto en cuanto esta separación significa un aislamiento y oposición del/al entorno, su visión es parcial y, como tal, es ficticia. El concepto de campo de self organismo-entorno de la teoría de la terapia gestalt traslada la naturaleza del “yo” de identidad a función, y se inserta en el paradigma que se expresa a través de la física cuántica y de las ciencias de la complejidad.


La cuestión es muy simple de decir, aunque no tan sencilla de comprender. El concepto de “yo” pertenece al paradigma newtoniano; y el del “self organismo-entorno” [1] (Perls, Hefferline y Goodman, 1951) de la teoría de la terapia gestalt es un concepto del paradigma de campo, y se une al camino que están abriendo la física cuántica y las nuevas ciencias de la complejidad.

Por organismo nos referimos a una persona; por entorno a cualquier circunstancia exterior a la misma, normalmente otra persona. El self es la relación dialógica entre ambas personas, que se constituyen en los polos del campo que forma esa relación.

Por otra parte, el concepto de yo es una experiencia-conciencia personal (en términos de Wilber, 1980) y el de self organismo-entorno otra manera teórica de enfocar la experiencia-conciencia transpersonal, al menos en las fases iniciales de esa experiencia.

El concepto de campo, en el que está inmerso, sitúa al self en una perspectiva afín a otras ciencias que poco o nada tienen que ver con la psicología. Este lugar de posicionamiento de la teoría de la terapia gestalt abre el camino para el diálogo con otros enfoques no psicológicos de la realidad. Por ende, este enfoque teórico, desde esa misma teoría de campo, hace más accesible la comprensión racional del concepto de “transpersonal” a las personas ajenas a la psicología del mismo nombre.

La paradoja del yo

Y si me permiten la paradoja, el hecho de que el yo sea una ilusión (Francisco J. Rubia), maya según la filosofía budista, no significa que no sea ‘real’, que no tenga su efecto en la realidad. La paradoja entre realidad y ficción o ilusión es también un asunto a resolver. Pues, al fin y al cabo, lo que así llamamos ‘ficción’ es también un componente de la realidad.

“...las nuevas teorías de la información [...], desde la filosofía (Whitehead), la psicología (Keeney) o la ciencia (Laszlo), basan la descripción de la realidad no en el ‘punto newtoniano’, sino en la malla de interrelaciones que existe entre todos los ‘puntos’ del universo. Es decir, en estas concepciones no existen puntos aislados sometidos a una fuerza y velocidad vectoriales, sino un complejo campo de interrelaciones en las que cada ‘punto’ está conectado por una información que comparte con todos los otros “puntos”, siendo, al mismo tiempo, cada uno de esos otros ‘puntos’. En realidad, hablar de ‘punto’ en estas concepciones carece de sentido, pues en ellas no existe lo que en términos newtonianos entendemos por ‘punto’” [2].

De una manera rápida y sencilla el ‘yo’ es ese ‘punto’ newtoniano; y el self organismo-entorno es esa “malla de interrelaciones”. Dicho de otra manera, que ampliaremos al final, el yo es el ‘colapso de la función de onda’ del self organismo-entorno.

Otra cosa que hay que decir también y rápido es que el hecho de que el yo tenga fecha de caducidad no significa que vaya a desaparecer. Significa que será sustituido por un concepto más amplio, el del self, que lo abarca, pero no que sea inútil y no tenga su función en la realidad.

El self no es el concepto de una entidad (o ‘instancia’, según el psicoanálisis) individualizada, como el yo (personal y por lo tanto subjetiva), sino el de una función objetiva de relación recursiva que se da entre el organismo y el entorno. No ‘pertenece’ ni al organismo ni al entorno, pues el concepto se refiere al hecho mismo de la información que transcurre entre ambos. Esa información es como las líneas de fuerza, invisibles, que conectan los polos de un imán. Los polos de este ‘imán’ serían el organismo y el entorno.

Por lo tanto el self no está en el individuo, no podemos decir ‘mi self’. En todo caso podríamos hablar del self que hay entre ‘...’ (persona, situación, objeto exterior...) y yo mismo.

Esto hace que como función de campo el self sea un fenómeno objetivo. Y, sin embargo, como función self de una determinada relación organismo-entorno, dada su naturaleza personal, es un fenómeno subjetivo.

El yo es a la conciencia como los enfoques newtoniano y geocéntrico a la realidad física. Tienen su función, y aunque las teorías relativista y cuántica y el sistema heliocéntrico los hayan sustituido, no los han hecho desaparecer. Seguimos utilizándolos con provecho en nuestra actividad cotidiana.

Así, el yo y la experiencia que tenemos de él seguirá siendo útil y cumpliendo la función-ficción que ha cumplido siempre. Únicamente el concepto deja de ser egocéntrico (geocéntrico en el símil astronómico) y pasa a ser asimismo ‘exocéntrico’, una función de campo incluida en el self. En el símil astronómico, el mundo ya no gira en torno a mi yo, es mi yo el que gira alrededor del mundo. Pero en cualquier caso... el yo sigue ‘girando’...

El yo es una de las funciones del self en la teoría de campo (las otras son el ello y la personalidad) de Perls, Hefferline y Goodman (1951). Es decir, tampoco el concepto de yo desaparece en la teoría de campo. El yo conserva la mayoría de los atributos que le adjudican las psicologías newtonianas (identidad, autorreferencia, toma de decisiones...), pero al verse como una energía de campo deja su estatuto de entidad para convertirse en una función. Es decir, el propio yo, con sus atributos, pasa también a ser una función, una función del self organismo-entorno.

“El concepto de campo en la teoría gestalt aparece como el todo que forma el organismo con el entorno. No hay un “punto” llamado organismo y otro “punto” llamado entorno, hay una realidad única indiferenciada” (El self, pág. 2).

“Así pues, para entender el self hay que adoptar una perspectiva no-dual en la que no distinguimos al yo del otro o del entorno. El self, implica situar el centro de la vida fuera de lo que somos como individuos. El self es algo que está en constante movimiento en el campo. [...] Eso es el self, el movimiento constante de las interacciones mutuas.” (El self, pág. 3).

“...el self es una propiedad del campo organismo-entorno.” (El self, pág. 4).

“...todo suceso ocurre en un campo más amplio que nos contiene y en el cual los procesos que tienen lugar y de los cuales formamos parte son el resultado de esa totalidad que pretendemos abarcar bajo el concepto de campo.” (El self, pág. 4-5).

“Percibir al self, tal como lo exponen Goodman y Perls, no es fácil desde nuestro antropocentrismo e individualismo cultural (como no estamos inclinados a “ver” el movimiento de la Tierra alrededor del Sol, desde nuestro geocentrismo). Hay que hacer un acto consciente (consciousness) de voluntad racional (modo activo) y estar abiertos (awareness, modo pasivo) a la percepción trans-yoica de la realidad para llegar a comprender-percibir la realidad unitaria del campo que nos trasciende como individuos aislados.” (El self, pág. 6). 

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