Asi la investigación ha revelado que tanto la variedad como la cantidad de bacterias contenidas en la piel de una persona desempeñan un importante papel en la atracción de mosquitos. Las hembras de estos insectos detectan durante la noche las señales olorosas de la piel, producidas por los microbios, y según esta información eligen su ‘presa’ y el lugar donde picar.
En general, las personas con más bacterias por centímetro cuadrado resultan más atrayentes a los mosquitos. Pero quienes más llaman la atención de los insectos son aquellos individuos que presentan más cantidad y menos biodiversidad en su microbiota de la piel.
En cambio, hay géneros concretos de microbios, como los estafilococos, cuya abundancia provoca una mayor atracción de los insectos. Los autores del trabajo, publicado en ‘PLoS One’, creen que esta línea de investigación puede ayudar a crear “compuestos que inhiban la producción microbiana de olor humano” o a desarrollar estrategias para “manipular la composición de microbiota de la piel”. Todo ello con el fin de reducir la atracción generada por la piel y ayudar a controlar enfermadedes como la malaria u otras infecciones transmitidas por picaduras de insectos.
Las bacterias de la piel convierten compuestos no volátiles en otros que sí lo son, cuyas emanaciones llegan a los mosquitos y les ponen en alerta. En realidad, tampoco los humanos podríamos oler el sudor humano si no fuera por la acción de estos microbios, cuya proporción y diversidad difieren de unas personas a otras.
Tomado de:
Diario Ecología