La forma de una patata frita se asemeja bastante a la estructura del Universo.
Se trata de un paraboloide hiperbólico, o en otras palabras, una silla
de montar. Esta forma de la naturaleza, que los astrofísicos consideran
que es también la adoptada por el Universo, minimiza la deformación de
la patata cuando, debido a los cambios de temperatura en la sartén, es
sometida a tensiones.
Las patatas deben conservarse en un sitio fresco, seco y oscuro por cuestiones químicas.
En presencia de la luz, en las patatas se forma solanina, un alcaloide
amargo y tóxico que la patata utiliza como fungicida y pesticida para
protegerse, pero que ingerida por el hombre en altas concentraciones
puede resultar letal. La biosíntesis de la solanina ocurre paralelamente
a la síntesis de clorofila, por lo que se recomienda no comer las zonas
verdes de la patata. También es interesante saber que algunas
variedades del tubérculo contienen un pigmento llamado antoxantina que
reacciona con el hierro de los utensilios de cocina. Por eso, para
evitar que las patatas se pongan negras, es conveniente usar cuchillos
de acero inoxidable. Asadas, combaten la hipertensión.
A pesar de su mala reputación, las patatas no deberían eliminarse de
los ingredientes una dieta sana por considerar que “carecen de valor
nutricional”. Por el contrario, una patata tiene solo 110 calorías y
docenas de fitoquímicos y vitaminas, según Joe Vinson, de la Universidad
de Scranton (EE UU), que recomienda cocinarlas asadas para que no
pierdan sus propiedades. Además, Vinson y sus colegas demostraron, en un
estudio publicado en Journal of Agricultural and Food Chemistry,
que en las personas obesas o con sobrepeso, las patatas moradas
(también conocidas como trufas chinas) reducen la presión sanguínea
gracias a que contienen abundantes antioxidantes.
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