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12 de febrero de 2013

Sonogramas. La caligrafía de los sonidos

Los sonogramas son la caligrafía del sonido. Es difícil describir una llamada por medio de palabras. Para ello sólo tenemos onomatopeyas y analogías: estridente, brillante, líquido, melódico... Poca definición para desmenuzar algo tan complejo. Por eso los bioacústicos utilizan estas representaciones gráficas, en las que, de manera intuitiva, se puede deducir cómo y a qué suena algo. Y, sobre todo, se puede medir, la gran pasión de cualquier científico.

En un sonograma el eje horizontal indica el tiempo; el vertical las frecuencias, los tonos, desde las más agudas, en la parte alta, a las más graves, abajo; la intensidad del trazo indica el volumen del sonido. En estos trazos, a veces brochazos, otras sutiles líneas a pincel, aparecen también las frecuencias asociadas a un sonido, lo que los músicos llaman la componente armónica. Sobretonos y armónicos en forma de esas bandas, más o menos paralelas, que se superponen por capas a la frecuencia fundamental y que determinan algo tan indefinido como la dulzura o la estridencia de una voz determinada: su timbre.

Pero en un sonograma hay algo más. Vemos las notas en frecuencia simple, como un trazo plano, o en frecuencia modulada, en formas curvas. Y aparecen, visualmente, y no por medio de signos o anotaciones, las inflexiones, los quiebros, las dobles voces, los entresijos de un canto. Vemos las repeticiones monótonas de una nota, de un motivo, o auténticas marañas indescifrables.

En este video hay un breve recorrido, desde la simpleza caligráfica del reclamo de un pinzón vulgar a la complejidad del canto del mirlo. La variedad de la canción de la naturaleza en unos cuantos trazos. 



Fuente:

El Mundo Ciencia


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