Un investigador del CSIC construye desde hace años modelos matemáticos que sirven para explicar, y predecir, por qué en un país estalla una guerra civil.
¿Se puede condensar el porqué de una guerra en una simple
ecuación? ¿Es posible emplear las matemáticas para anticiparse a un
conflicto social? ¿Hay alguna fórmula que vaticine una matanza étnica? El economista Joan Esteban cree que sí,
y a tal empeño lleva dedicándose en las últimas décadas. Profesor de la
Autónoma de Barcelona y del Instituto de Análisis Económico
(perteneciente al CSIC), Esteban tiene la pasión y las maneras de un
sabio, alguien que sabe que trabaja en un área de conocimiento a veces
difícil de comprender, la que trata de vincular algo a veces tan
irracional como el comportamiento humano con un modelo matemático, una
aproximación científica al origen de las guerras.
¿Cómo se hace? La base del trabajo de Esteban —en equipo
junto a los profesores Debraj Ray, de la New York University, y Laura
Mayor, del CSIC— parte del tratamiento de datos estadísticos de 138
países en el periodo 1960-2008: estructura social, étnica y económica,
grado de cohesión y de libertad individual, apertura religiosa,
«ganancias» y «pérdidas» tras un conflicto... todo tabulado a través de
un complejo modelo matemático que, en última instancia, permite
establecer un índice de riesgo, algo así como un predictor de conflictos
país a país.
240 conflictos
Su trabajo ha merecido la atención de la revista «Science»,
que ha publicado la investigación. «Los economistas rara vez tenemos
cabida en “Science”. Es importante porque supone un reconocimiento a
nuestro trabajo», explica a ABC Joan Esteban, premio Rey Jaime I de
Economía en 2007. Las conclusiones de su investigación, y el análisis
prospectivo que de ello puede hacerse, resultan apasionantes. «Desde el
final de la Segunda Guerra Mundial, el número de conflictos en el mundo
asciende a unos 240, y más de un tercio de los países se han visto
implicados», explica Esteban.
De los 240 casos registrados, sólo 22 tienen carácter
internacional, es decir, las guerras son mayormente conflictos civiles
internos. Las razones que las explican responden a un patrón.
«La visión marxista de que el choque de clases, la desigualdad
económica, explican la conflictividad ha fracasado por completo. Nunca
se ha podido demostrar científicamente», precisa Esteban, cuya
investigación ha determinado, en cambio, que es el «choque étnico y
religioso» y, sobre todo, el grado de «polarización» entre los distintos
grupos, lo que explica el origen de las guerras.
No todo es tan simple, claro: «Las variables étnicas son determinantes, pero por sí solas no explican un conflicto,
históricamente esas diferencias han sido instrumentalizadas. Los
resultados empíricos demuestran que los conflictos étnicos no tienen su
origen en diferencias culturales profundas u odios irracionales, sino
cuando se conjugan con la abundancia de recursos apropiables». De alguna
forma, una reformulación de la superada visión marxista. «En el fondo
detrás de todo hay una racionalidad implacable, beneficio económico y
político, que acaba siendo lo mismo», asume el profesor Esteban.
Guerra por venir
El mapa que dibuja el índice de conflictividad de Esteban y su equipo marca en rojo las zonas más calientes del planeta.
El prototipo de país en peligro de conflicto responde a un patrón
claro: «Étnicamente diverso, con abundancia de recursos naturales y
regímen autocrático», un cóctel explosivo, vaya. La Europa occidental, y
España en concreto, están, por fortuna, en las antípodas.
Sin embargo, la crisis y la conflictividad que genera, nos
conducen a un panorama cambiante. «Hay que seguir estudiando», reconoce
Esteban, presto ya a recopilar cifras y tabular estadísticas para
intentar explicar por qué los humanos nos seguimos matando unos a otros.
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