Un panel muestra un vuelo retrasado en el aeropuerto de Barajas | E.M.
Imagine coger un vuelo de Madrid a Río de Janeiro. Sale con retraso y
despega dos horas más tarde de lo previsto. Ahora imagine que al llegar
a Río de Janeiro otra persona tiene que coger ese mismo avión hacia
Madrid. Al haber llegado con retraso, también despegará con retraso.
Cuando se traslade a Madrid, y de ahí a cualquier otro destino, seguirá arrastrando ese retraso 'ad infinitum'.
Esa suerte de 'efecto dominó' del retraso de aviones, que estresa a pasajeros de todo el mundo, forma largas colas en los aeropuertos y tiene costes tanto económicos como medioambientales, no siempre es consecuencia de fenómenos exógenos, de acontecimientos fuera del alcance de controladores y pilotos. La rotación de la tripulación y las conexiones y escalas de los pasajeros de un avión a otro propagan sistémicamente los retrasos en la red áerea, lo que desencadena un efecto con consecuencias a escala global, según un estudio del CSIC publicado en la revista Scientific Reports.
Tras analizar datos de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), las horas de salida y llegada de diversos aviones, y sus datos de puntualidad, los investigadores han confirmado que la congestión del espacio aéreo es un fenómeno colectivo. Esto es, que el retraso de un vuelo en su salida no únicamente afecta al siguiente que va a despegar, sino también influye sustancialmente en el aeropuerto de llegada. Esto crea un efecto dominó y "arrastra" la impuntualidad a los demás vuelos y demás aeropuertos, lo que eleva sustancialmente el retraso agregado o total del día a escala global.
"En base a los datos que obtuvimos de la FAA, que son públicos, hemos analizado qué es lo que ocurre, cómo se forman las congestiones", afirma Víctor M. Eguíluz, investigador del CSIC en el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos de la Universidad de las Islas Baleares y responsable del estudio. "Lo siguiente ha sido, con esos datos, construir un modelo que reproduzca lo que vemos", añade el investigador. Este modelo, basado en la medida TAT (Turn Around Time), un modelo computacional que cuantifica el tiempo que tarda en estar operativo un programa informático una vez encendido, mide las variaciones temporales de un avión en tierra, el tiempo que está en tierra entre que aterriza y despega.
Los responsables del estudio descubrieron que, a pesar de que la falta de capacidad aeroportuaria y las condiciones meteorológicas influyen en el retraso, son los cambios de tripulación y las conexiones (escalas) de pasajeros los que lo aumentan en una escala global.
Lea el artículo completo en:
El Mundo Ciencia
Esa suerte de 'efecto dominó' del retraso de aviones, que estresa a pasajeros de todo el mundo, forma largas colas en los aeropuertos y tiene costes tanto económicos como medioambientales, no siempre es consecuencia de fenómenos exógenos, de acontecimientos fuera del alcance de controladores y pilotos. La rotación de la tripulación y las conexiones y escalas de los pasajeros de un avión a otro propagan sistémicamente los retrasos en la red áerea, lo que desencadena un efecto con consecuencias a escala global, según un estudio del CSIC publicado en la revista Scientific Reports.
Tras analizar datos de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), las horas de salida y llegada de diversos aviones, y sus datos de puntualidad, los investigadores han confirmado que la congestión del espacio aéreo es un fenómeno colectivo. Esto es, que el retraso de un vuelo en su salida no únicamente afecta al siguiente que va a despegar, sino también influye sustancialmente en el aeropuerto de llegada. Esto crea un efecto dominó y "arrastra" la impuntualidad a los demás vuelos y demás aeropuertos, lo que eleva sustancialmente el retraso agregado o total del día a escala global.
"En base a los datos que obtuvimos de la FAA, que son públicos, hemos analizado qué es lo que ocurre, cómo se forman las congestiones", afirma Víctor M. Eguíluz, investigador del CSIC en el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos de la Universidad de las Islas Baleares y responsable del estudio. "Lo siguiente ha sido, con esos datos, construir un modelo que reproduzca lo que vemos", añade el investigador. Este modelo, basado en la medida TAT (Turn Around Time), un modelo computacional que cuantifica el tiempo que tarda en estar operativo un programa informático una vez encendido, mide las variaciones temporales de un avión en tierra, el tiempo que está en tierra entre que aterriza y despega.
Los responsables del estudio descubrieron que, a pesar de que la falta de capacidad aeroportuaria y las condiciones meteorológicas influyen en el retraso, son los cambios de tripulación y las conexiones (escalas) de pasajeros los que lo aumentan en una escala global.
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