Invadidos gustosamente por la tecnología de la comodidad, el uso que
hacemos de la misma también es transferibles al arte, tanto como
significación subjetiva tanto como representación fiel a las propiedades
que la componen. Esto hizo Peter Jellitsch, una artista que nos muestra
cómo luce una señal WiFi según sus diferentes
intensidades medidas durante 45 días. El arte se hace cargo de los que
nos rodea, y si hay algo que sobra son señales invisibles.
Dicen las lenguas de los propietarios de mentes imaginativas que el
arte del pos-posmodernismo será electrónico y biodigital, incorporando estética cyborg
con la reivindicación de lo digital como material, musa y objeto
artístico en sí mismo. Según dicen, vamos por el camino hacia la
manifestación particular de época que supere a la actualidad de formas
geométricas desfasadas, ingrávidas, montadas sobre el lomo del aire y
las manchas que salpican sin conducta alguna los lienzos, paredes y casi
cualquier cosa con superficie tangible. Ni hablar de las intervenciones
y de los collages, composiciones amorfas que significan tanto como el
observador lo disponga. La subjetividad trasladada podría ser un
concepto simpático para describir el arte actual, que se diluye y
expande a la vez, dando la oportunidad a representaciones artísticas de
lo invisible al ojo humano pero totalmente existente y activo en nuestra
vida diaria. Lo inalámbrico ha sido expresado por una escultura que
muestra una señal de WiFi.
Lo inalámbrico ha sido expresado por una escultura que muestra una señal de WiFi.
La nueva instalación del artista Peter Jellitsch se llama “Bleecker Street documents” en honor al edificio en donde adquirió los datos necesarios para crear esta señal de WiFi artística. La forma de expresión está basada en diferentes intensidades medidas a lo largo de la estadía de 45 días en el departamento situado en New York. Como si fuera uno de esos proyectos en los que alguien se toma una foto por día, Jellitsch se pasó calculando las intensidades de la señal día por día, finalizando el experimento con cientos de puntos de información trascriptos a un modelo físico. Cada señal se ordenó cronológicamente y se ordenó según la fuerza de la señal, por lo que en la escultura podemos ver que el artista no tuvo demasiada suerte colgándose de la conexión del vecino porque prevalecen las señales medias y bajas, representadas por los lados más planos de los triángulos. Lo que vemos entonces es una representación artística de la intensidad de la señal de WiFi durante cierto tiempo.
Para crear el modelo una vez recogidos los datos, el artista caló la
materia con una fresadora terminando con una obra de 80 x 24 x 120 cm
que se expuso en el museo de Viena junto a algunos de los datos
originales tomados por Jellitsch y por información general sobre las
señales Wi-Fi y las ondas de radio para que la gente aprenda sobre ellas
y no se queden con la idea de que una señal WiFi es una representación
mitad matemática, mitad artística. Para cerrar, la reflexión del
artista: "Para mí, ya no es necesario que los arquitectos piensen en
medidas tales como el metro, kilómetro o decibel. Kilowatt, hertz, y
terabyte son las dimensiones emergentes de nuestro entorno actual."
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