Bueno, tras una larga ausencia por las vacaciones, vuelvo por aquí. En EEUU están poniendo la segunda temporada de la serie Alphas, de la que ya comenté algo
en una ocasión. El primer episodio de esta nueva temporada empieza con
un robo en un supermercado por parte de unos alfas. Uno de ellos tiene
el poder de aturdir a la gente con un grito, y para llegar a todo el
mundo del establecimiento, utiliza uno de los micros de las cajas, de
forma que el sistema de megafonía difunde su voz. No se llega a
especificar qué hace exactamente el grito de ese alfa, pero la gente
afectada se tapaba los oídos con expresión de dolor, y llegaba a caer al
suelo.
Bueno, como ya comenté hace tiempo,
cualquier sistema de transmisión, grabación o reproducción de audio,
modifica en mayor o menor medida la señal original, lo que haría que el
grito fuera bastante inocuo tras pasar por el sistema de megafonía.
Vamos
a suponer primero que el grito del alfa es un sonido de muy alta
intensidad, algo más que razonable, dado los síntomas que vemos en la
escena (gente tapándose los oídos con dolor). Como sabéis, el sonido es
una onda mecánica, una vibración. La intensidad de un sonido (el
volumen) corresponde a la amplitud de la vibración. Si pintamos en una
hoja de papel un seno (la función matemática, claro), la amplitud es la
diferencia de altura entre una cresta y un valle.
Todo sistema de
sonido, tiene un límite en la amplitud que soporta. Dicho límite puede
ser buscado por el propio diseño, o simplemente un límite físico de sus
componentes. Bien, si la señal en cuestión tiene una amplitud superior a
ese límite, dicha señal es recortada, provocando una distorsión.
Siguiendo con la hoja de papel, intentemos pintar un seno, pero con una
amplitud tan grande que nos salgamos de los bordes del papel. Lo que
queda dentro del papel es un seno con las crestas y valles recortados.
Esto es lo que se conoce como saturación, y esa señal distorsionada y
limitada sería lo que se transmitiría por el sistema. Fijáos que no sólo
implica una distorsión del sonido original, sino una limitación al
volumen del mismo. Llegado a ese límite, por mucho que aumente el
volumen del sonido original, no aumentará el volumen de lo que se
escuche en los altavoces.
Si
el poder aturdidor del grito residía en su volumen, el alfa no ganaría
nada usando el sistema de megafonía, puesto que el micro, el
amplificador o cualquier otro elemento del sistema, se habría saturado
mucho antes. Ocurre lo mismo cuando hablamos por teléfono y nuestro
interlocutor está en un ambiente ruidoso y no nos oye bien. Por mucho
que nos desgañitemos al hablar, él no nos escuchará con más volumen. De
hecho, nos escucharía peor, pues posiblemente nuestra voz le llegaría
distorsionada. Así que no gritéis al teléfono.
¿Y si no es una
cuestión de intensidad? Tal vez el grito tenga determinadas frecuencias
(algunas incluso inaudibles) que combinadas de forma precisa produzcan
ese efecto. Bueno, en este caso os recomiendo releer uno de los posts
que mencioné antes. Básicamente, salvo que estemos hablando de un
sistema de alta fidelidad (y la megafonía de un súper no lo es), los
distintos elementos implicados (sobre todo, el micro y los altavoces) no
tienen una respuesta lineal en frecuencia. ¿Qué quiere decir eso? Pues
que cada frecuencia sufrirá una amplificación algo diferente, lo que
también distorsiona la señal. Además, sólo se transmite un determinado
rango de frecuencias (lo que se llama, ancho de banda). Un sistema Hi-Fi
está limitado al rango audible (hasta 20 KHz). La megafonía de un
supermercado tendrá un rango menor. En cualquier caso, eliminamos
frecuencias no audibles, y parte de las altas frecuencias audibles. Y
las que no eliminamos, las alteramos.
Así que si el secreto del
grito está en el uso de determinada combinación de frecuencias, tampoco
es útil usar la megafonía del establecimiento. El alfa sólo debería
haber afectado con su grito a los que lo estuvieran escuchando
directamente.
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