- Atender a los mensajes conduciendo multiplica por 20 el riego de accidente
- En EE.UU. hay más de 100.000 accidentes anuales por esta causa
- Se recomienda activar el contestador automático o instalar una app
Desde poco después de que se inventaran, ya se vio que los teléfonos móviles podrían ser un peligro para la circulación por la distracción que producen en los conductores.
Con el tiempo llegaron los SMS y los teléfonos inteligentes: más avisos
que atender y mensajes que enviar, que hacen que la persona que está al
volante desvíe la mirada de la calle o la carretera con el riesgo que
ello conlleva. Últimamente, con las redes sociales, Facebook y los
mensajes de chat a través de WhatsApp, parece que no haya un instante en
que no estemos siendo acosados y requeridos para leer o escribir algo.
Este mal hábito tiene un problema cuando se está al volante: cuesta vidas. En España la Dirección General de Tráfico es muy consciente de ello
y ha realizado campañas alertando del riesgo que suponen los teléfonos
inteligentes, a los que han llegado a llamar «trampas mortales».
En
Estados Unidos el departamento equivalente a la DGT y la Comisión
Federal de Comunicaciones (FCC) han puesto en marcha en los últimos
meses una potente campaña con el mismo motivo. Se llama ItCanWait.com
(«Puede Esperar») y en ella se reúnen más de 140 organizaciones, grupos
y empresas involucradas en evitar este conflicto entre la tecnología
moderna y la conducción segura.
La gigantesca empresa de telefonía AT&T es uno de los principales apoyos,
pero también están Amazon, Radio Shack, organizaciones de consumidores,
familias y hasta los Boy Scouts. Los materiales de la campaña están también en español, dirigidos principalmente al público hispano, donde el texting anglosajón se conoce como «textear».
Según los estudios que maneja esta iniciativa, relativos a Estados Unidos, cada año hay más de 100.000 accidentes en los que alguno de los conductores estaba usando la mensajería
de sus teléfonos y tres de cada cuatro adolescentes dicen haber visto a
sus padres enviar mensajes mientras conducen, algo que además «es común
entre sus amigos». También se sabe que de todo lo que un conductor
puede hacer con un teléfono (cogerlo, marcar, hablar) leer y enviar mensajes es con diferencia lo más peligroso.
Con toda esta información han calculado que la probabilidad de tener un accidente se multiplica por 23
entre los conductores que se dedican a leer o enviar mensajes. La DGT
española cuenta en su web la historia de una joven que falleció en un
accidente y cuyo último mensaje fue «… No puedo hablar ahora de eso. Conducir y facebukear no es seguro.»
Se comprobó que circulaba a 180 km/h mientras actualizaba su estado en
Facebook cada 90 segundos: simplemente no tuvo tiempo de frenar cuando
surgió la fatal situación de emergencia que acabó con su vida.
En
la última campaña de concienciación de la DGT se denunciaron a 8.711
conductores por hacer uso del teléfono móvil al volante, un total del
uno por ciento de los vehículos que se controlaron. La mega-campaña de
la FCC norteamericana tuvo su día más simbólico el pasado 19 de
septiembre, al que llamaron «Día del compromiso de no textear
al conducir». En su web hay vídeos, informes y una sección en la que la
gente puede firmar una especie de «compromiso» o «contrato» acerca de no
leer ni enviar SMS o whatsapps mientras conduce – para toda la vida.
La
campaña se difundió con el apoyo de las 140 empresas, organizaciones y
entidades participantes entre 75 millones de cuentas de Twitter,
Facebook y YouTube, con buena acogida.
Mientras tanto, las
compañías tecnológicas siguen inventando nuevos dispositivos, pero
también cuidan aspectos importantes como estos usos que pueden provocar
distracciones y producir accidentes. AT&T desarrolló una app para el móvil que desvía y contesta automáticamente los mensajes mientras se está conduciendo, respondiendo con un amable «La persona no puede contestar en este momento, ya lo hará luego».
Otras empresas están desarrollando versiones habladas y con reconocimiento de voz de sus apps
para minimizar el riesgo de las distracciones. La campaña hace uso de
mensajes populares muy conocidos, pero en versión tecnológica: Ahora se
ha pasado del «Si bebes, no conduzcas» al «Si conduces, no envíes
mensajes», además de algunos nuevos tan claros y directos como «No hay
un SMS por el que merezca la pena perder la vida».
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