Millones de acontecimientos ocurren en el cerebro durante un solo segundo. ¿Cómo se las arregla este complejo órgano para ordenarlos y saber lo que sucede antes, después y simultáneamente?
Millones de impulsos llegan al cerebro desde
distintos sentidos. Millones llegan incluso desde un sentido como la
vista. El cerebro tiene múltiples áreas de procesamiento. En la vista
por ejemplo se procesa en centros distintos el color, la forma o el
movimiento. Cada impulso recorre un camino diferente al resto. Algunos
son más largos y otros son más cortos. Por lo tanto, tardan distinto tiempo en llegar al cerebro.
¿Cómo sabe el cerebro que dos impulsos que sucedieron a la vez pero llegan en distinto momento son en realidad simultáneos?
El cerebro no es una cámara fotográfica. El cerebro construye el mundo,
no toma una imagen fija. El ejemplo de la vista es claro. Vemos un auto
rojo moverse. No vemos una sucesión de manchas rojas y una sucesión de
formas de auto en distintas posiciones. Es lo que se llama la unión de características. El cerebro lo integra todo y vemos un auto rojo moverse.
Engañar al cerebro y crear ilusiones es muy sencillo.
Hay muchos ejemplos de ilusiones visuales. También es sencillo crear
ilusiones temporales. Ponte delante de un espejo. Mira a tu ojo
izquierdo. Luego al derecho. Hazlo tantas veces como quieras y no verás
que tus ojos se mueven. ¿Otra ilusión? Se pide a los sujetos que digan
cuánto tiempo está presente un círculo en la pantalla. En general la
estimación es correcta.
A otros se le pide lo mismo con un círculo que
se aleja. También estiman correctamente la duración. Ahora el círculo se
acerca. Los sujetos interpretan que la duración es mayor. Algo que se
acerca es un peligro potencial. En una situación de estrés el tiempo se detiene. Es una ilusión.
El tiempo subjetivo se debe que existen más acontecimientos en el
mismo tiempo y eso hace que la duración subjetiva aumente. Es la expansión del tiempo.
Con la edad tendemos a comprimir la información. Los hechos no son tan
relevantes, ya los hemos vivido antes. Esto produce el hecho de que los
niños alargan el tiempo subjetivo y los ancianos lo acortan. Cuando eres
niño, echar la vista atrás en un verano divertido hace que parezca
eterno.
El cerebro percibe estímulos súmamante breves. Una
presentación visual de 5 milisegundos es suficiente para que el sujeto
haya visto algo. Con 30ms reconoce sin problemas la palabra presentada.
Dos estímulos presentados con una demora de 5ms parecen simultáneos,
pero con 20ms de demora se puede establecer el orden de llegada.
Sin embargo, en el cine, la secuencia es de 24 fotogramas por
segundo, unos 40ms por fotograma. El cerebro organiza los
acontecimientos de forma que parece una secuencia continua. Cuando se introdujo el sonido se presentó el problema de la sincronía. Pronto averiguaron que una demora de 100ms, una décima de segundo, es tolerable. Más allá de ello el cerebro se niega a considerar simultáneo el vídeo y audio.
¿Cómo sabe el cerebro sincronizar los estímulos? Esperando a que llegue el último de ellos y construyendo una representación única del acontecimiento. Esto significa que vivimos en el pasado.
Una décima de segundo. Aún estamos muy cerca del presente, pero el
cerebro necesita esa demora para asegurarse de construir una imagen
realista del mundo. El cerebro establece un compromiso entre dos situaciones malas.
Vivir muy en el pasado es peligroso. No reconocer correctamente la
realidad también. Un auto se aproxima hacia mí, ¿de cuánto tiempo
dispongo?
El problema se da entre distintas modalidades sensoriales. Procesamos
más rápido los sonidos que las imágenes. Pero también se da dentro de
la misma modalidad sensorial. Si toco a la vez el dedo del pie y la
nariz, ambos sucesos se perciben simultáneos. Pero el impulso del pie
tarda bastante más en llegar al cerebro. Puede incluso decirse que las
personas altas viven un poco más en el pasado que las bajas.
El reloj cerebral parece encontrarse en los propios
actos motores. Si chasco los dedos delante de los ojos, los estímulos
llegan al cerebro en distinto momento. Pero este sabe que son
simultáneos y los sincroniza. Esto lo hace constantemente y nuestros propios actos ordenan el tiempo de los estímulos exteriores.
También aquí es fácil crear una ilusión. El sujeto pulsa un botón y
se enciende una luz. Poco a poco, sin que el sujeto lo sepa, añadimos
una demora de hasta 2 décimas de segundo en la aparición de la luz. El
sujeto no lo percibe. De pronto eliminamos la demora. El sujeto tiene la
ilusión de que la luz se ha encendido antes de pulsar el botón.
La sincronización temporal no es anecdótica. Parece que puede estar
en fenómenos como la dislexia o la esquizofrenia. Más aún. Es la clave
de la causalidad. Aprendemos que unos sucesos son la causa de otros a
los que llamamos efecto porque las causas preceden a los efectos. La relación causa efecto
es esencial en la vida y guía nuestra conducta y nuestro aprendizaje.
Si la relación temporal se altera, no podremos establecer la relación
causa efecto y estaremos perdidos en el mundo.
Nuestra percepción del tiempo es esencial. Coordinar temporalmente el
flujo de millones de neuronas es una tarea colosal. En alguna medida
vivimos en el pasado.
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