Un
estudio realizado por la Universidad de Bristol (Reino Unido) con datos
de 7.000 niños nacidos en los noventa ha demostrado que quienes cumplen años en verano son más altos cuando alcanzan la adolescencia,
así como en la vida adulta, que el resto de miembros de su generación.
Concretamente, el estudio reveló que los nacidos en agosto y septiembre
en su mayoría eran unos 0,5 centímetros más altos que los nacidos en
cualquier otro momento del año. Además, sus huesos eran más anchos y fuertes, por lo tanto menos propensos a romperse.
Los investigadores lo atribuyen a que las madres estuvieron más expuestas al sol en el último trimestre del embarazo y, por lo tanto, acumularon en sangre más cantidad de vitamina D, que se forma en la piel con la acción de los rayos ultravioleta y es imprescindible para la absorción del calcio y el fósforo.
Los investigadores lo atribuyen a que las madres estuvieron más expuestas al sol en el último trimestre del embarazo y, por lo tanto, acumularon en sangre más cantidad de vitamina D, que se forma en la piel con la acción de los rayos ultravioleta y es imprescindible para la absorción del calcio y el fósforo.
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