La habilidad mental de los adolescentes puede mejorar o empeorar en una escala mucho mayor de lo que se pensaba hasta ahora, según un nuevo estudio de la Universidad de Londres.
Hasta ahora se asumía que la capacidad intelectual, medida en el coeficiente intelectual (CI), se mantenía más o menos estática durante toda la vida.
Pero varios exámenes realizados a adolescentes de 14 años en promedio, y repetidos cuando cumplieron 18 años, determinaron que el CI puede mejorar o deteriorarse.
La investigación, que fue publicada en la revista Nature, podría influir en la forma en que son evaluados los alumnos y en la edad en la que se espera que tomen decisiones acerca de su futuro.
Validez
En el estudio participaron 19 niños y 14 niñas. Todos se sometieron a una combinación de escáneres cerebrales y pruebas de inteligencia verbal y no verbal en 2004 y luego en 2008.
En el 39% de los adolescentes se observaron cambios en el coeficiente intelectual verbal, mientras que el 21% de los jóvenes registró una variación en su rendimiento intelectual a través de una prueba de razonamiento espacial.
Se considera que estos resultados tienen una mayor validez, porque por primera vez las variaciones en el coeficiente intelectual se relacionaron con cambios en dos áreas particulares del cerebro de los adolescentes.
El aumento en el coeficiente intelectual verbal ocurre al mismo tiempo que crece la densidad de una parte de la corteza motora izquierda, una región que se activa durante el habla.
Mientras que el desarrollo del coeficiente intelectual no verbal se relaciona con el incremento de la densidad del cerebelo anterior, un área asociada con los movimientos de la mano.
Esperanza
El trabajo fue dirigido por la profesora Cathy Price del Wellcome Trust Centre de la Universidad de Londres.
"Los resultados podrían ser alentadores para aquellos que consideran que su potencial intelectual puede mejorar... y una advertencia para aquellos alumnos exitosos, cuyo potencial podría disminuir", explicó la profesora.
"Tenemos una tendencia a evaluar a los niños y determinar el curso de su educación en un momento relativamente temprano de la vida".
"Pero aquí hemos demostrado que es probable que su inteligencia esté en vías de desarrollo", agregó Price.
"Debemos ser cuidadosos en no descartar a aquellos cuyo desempeño a una edad temprana sea pobre, porque en realidad su coeficiente intelectual pudiera mejorar de forma significativa en unos cuantos años más".
¿Por qué?
La investigación no buscaba comprender las causas de los cambios.
Sin embargo, una posible explicación puede ser el hecho de que los adolescentes maduren a edades relativamente distintas. La calidad de la educación que reciben también podría influir.
Uno de los participantes, Sebastián Friston, ahora de 23 años, registró un marcado aumento en su coeficiente intelectual entre las dos pruebas: pasó de tener una calificación promedio a una de las categorías más altas.
Educado en colegios estatales, Friston aseguró que había luchado en sus primeros años e incluso llegó a necesitar clases extras de matemáticas, pero ahora está planeando realizar un doctorado de ingeniería en computación.
"Creo que el cambio se produjo en la escuela cuando empecé a estudiar temas que realmente me interesaban. A partir de ese momento me sentí más comprometido y todo me pareció más fácil y mucho más interesante".
La investigación, que fue financiada por el Wellcome Trust, es uno de los muchos proyectos del programa de la comprensión del cerebro.
Se espera que futuros trabajos se centren en cuán adaptable pudiera ser el cerebro después de la adolescencia y en las implicaciones que ello pudiera tener en la lucha contra las enfermedades mentales y neurológicas.
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