Las matemáticas fluyen por dentro de las mujeres, de la Luna hacia el mundo; tempranos calendarios lunares sugieren que el pensamiento cuantitativo surgió ligado a la menstruación.
Pese a que algunas tradiciones místicas explican el origen de las matemáticas como una especie de transmisión divina o revelación iniciática del orden del universo, si nos ceñimos al ámbito de la paleontología todo indica que el desarrollo de las matemáticas está ligado a la menstruación y a la observación de la Luna.
Borba y D’Ambrosio, en su trabajo sobre las etnomatemáticas, definen a las matemáticas como una serie de técnicas cuantitativas desarrolladas para responder problemas y tareas relacionadas a la supervivencia humana —el surgimiento del pensamiento cuantitativo.
La evidencia empieza con el hueso de Ishango (la imagen anterior) encontrado en Zaire, el cual ha sido fechado en un período entre el 25,000 a. C. y el 20,000 a. C. Este hueso es un calendario lunar de seis meses.
De manera similar el bastón de cuernos de venado de Isturitz, Francia, de entre el 25,000 a. C y el 20,000 a. C., se le identifica también con un calendario lunar de cuatro meses. Lo mismo sucede con la placa ósea de Blanchard, la cual es aún más vieja y parece representar un calendario lunar de dos meses.
Estos calendarios lunares constituyen el uso más antiguo de números conocido en el hombre. John Kellermeier cree que es evidente que existe una relación entre el pensamiento cuantitativo y el reconocimiento de los ciclos de la Luna, los cuales están ejemplificados de manera más directa en la menstruación, aunque también tiene aplicación en la agricultura. Por esta razón es muy posible que sean las mujeres quienes hayan desarrollado las matemáticas primitivas.
El contexto en el que surgió el pensamiento cuantitativo es el periodo paleolítico, caracterizado por la adoración de la Diosa Madre —a la par que se han encontrado estos calendarios lunares se han encontrado vasijas de divinidades femeninas. La adoración de la Diosa está representada por imágenes de vulvas, senos, caderas y pintura roja que simboliza la sangre menstrual que enaltecen la cualidad dadora de vida de la mujer (ejemplos de esto son las Venus de Willendorf y Laussel).
Hay cierta lógica originaria en que las matemáticas hayan surgido para llevar registro del tiempo y, en este sentido, existe una unidad etimológica entre el mes y la menstruación: el río rojo de matemáticas adentro de la mujer y, arriba, fluyendo también por la Luna.
“Los calendarios lunares no serían solamente métodos de contar el tiempo sino de una resonancia reflexiva entre las fases de la Luna y los ciclos menstruales sagrados de las mujeres. La evidencia apunta a que los ciclos menstruales de las mujeres dieron lugar a las primeras matemáticas. También sugiere que las mujeres fueron las primeras matemáticas”, escribe Kellermaier.
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