Si el otro día el médico José de Palacios Carvajal resucitaba en Intereconomía TV a Willard Libby para desacreditar los resultados de la prueba del carbono en el caso de la sábana santa; hoy es el ingeniero José Agustín Arregui quien lo hace en un artículo de opinión publicado en El Correo y El Diario Vasco. La fecha, Domingo de Resurrección, es, sin duda, la más apropiada para este nuevo milagro sindonológico.
"Las palabras de Willard Frank Libby, descubridor del método del carbono 14, son contundentes [respecto a la validez de su aplicación a esta reliquia]: «En la sábana existen fuentes radiactivas que han recargado el carbono y que hacen que este método no se le pueda aplicar»", sostiene Arregui en su artículo. Estaría bien saber dónde y cuándo dijo eso el químico y premio Nobel. En el contexto en el que el autor le cita, da la impresión de que el científico hizo esas declaraciones tras conocer los resultados del estudio de 1988 -que dató "el lino del sudario de Turín entre 1260 y 1390"-, algo imposible porque, para entonces, el científico estadounidense llevaba ocho años muerto.
No sé de dónde ha sacado Arregui esa cita, pero me da la impresión que del mismo lugar que de Palacios Carvajal la frase en la que el químico y premio Nobel decía que el análisis de 1988 estaba "mal hecho" y tenía "tres defectos gravísimos que lo inutilizan total y absolutamente": del baúl de las invenciones de los sindonólogos, que es como se denominan a sí mismo los estudiosos de la pieza. Lo que sí sé es que su artículo es un perfecto ejemplo de la pseudociencia que ha rodeado el análisis de la sábana santa desde el estudio realizado en 1978 por miembros del Proyecto para la Investigación del Sudario de Turín (STURP), una organización vinculada a la Hermandad del Santo Sudario. Aquel estudio fue tan imparcial que cuando el microanalista forense Walter McCrone, el encargado de examinar las manchas de sangre, anunció que estaban hechas con pintura, fue invitado a abandonar el STURP, grupo que nunca ha publicado los resultados de su trabajo en ninguna revista científica.
McCrone, por cierto, auguró en 1980 que, si algún día se hacía, la prueba del carbono 14 fecharía la tela "el 14 de agosto de 1356, diez años más o menos". Vittorio Pesce, antropólogo de la Universidad de Bari, mantenía meses antes de la datación por radiocarbono que la sábana había sido confeccionada entre 1250 y 1350. Y es que los documentos históricos, la iconografía, los materiales y las técnicas empleadas bastaban y sobraban para situar la aparición de la sábana en Francia a mediados del siglo XIV.
Algún lector de El Correo y El Diario Vasco podría llegar a pensar que la NASA estudio la reliquia en 1978. No es así. La agencia espacial estadounidense nunca ha mostrado el mínimo interés por el sudario de Turín. Dos miembros del STURP, John Jackson y Eric Jumper, habían trabajado para la NASA y eso sirvió, a finales de los años 70, a los sindonólogos y los periodistas del misterio para anunciar al mundo que la NASA había demostrado la Resurrección. Una trola más de las muchas que componen el corpus de la sindonología. Que, más de treinta años después, Arrregui siga diciendo que "en 1978 científicos de la NASA detectaron trazas de objetos sobre los ojos del hombre de la sábana" demuestra que sus fuentes de información no son fiables precisamente.
¡Ah!, respecto a las monedas romanas descubiertas en los ojos del hombre del sudario por el reverendo Francis Filas -¿por qué el articulista oculta a los lectores la condición de sacerdote del sindonólogo?-, David Sox, ex secretario de la Sociedad Británica del Sudario de Turín, recordaba en los años 80 que, "cuando se presentó [Filas] con las fotografías en las que se basaba para realizar estas afirmaciones, un científico, cuyo nombre no se citó, dijo: «Sí, y si miras desde un poco más cerca, en la esquina superior derecha, puedes ver al Pato Donald... y ahí, a la izquierda, a Mickey Mouse»".
Arregui sostiene que, además de la prueba del radiocarbono, se han hecho otros estudios científicos y se hace eco de una serie de trabajos sindonológicos que apoyan -¡cómo no!- la idea de que la tela envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret; pero hay un detalle crucial que pasa por alto. Mientras los resultados del análisis del carbono 14 se publicaron en la revista Nature sin que nadie los haya refutado en ninguna otra publicación científica, los que él esgrime en favor de la autenticidad de la reliquia se han hecho públicos en congresos de sindonología y publicaciones del ramo; nunca en una revista científica digna de tal calificativo.
Fuente:
Magonia
"Las palabras de Willard Frank Libby, descubridor del método del carbono 14, son contundentes [respecto a la validez de su aplicación a esta reliquia]: «En la sábana existen fuentes radiactivas que han recargado el carbono y que hacen que este método no se le pueda aplicar»", sostiene Arregui en su artículo. Estaría bien saber dónde y cuándo dijo eso el químico y premio Nobel. En el contexto en el que el autor le cita, da la impresión de que el científico hizo esas declaraciones tras conocer los resultados del estudio de 1988 -que dató "el lino del sudario de Turín entre 1260 y 1390"-, algo imposible porque, para entonces, el científico estadounidense llevaba ocho años muerto.
No sé de dónde ha sacado Arregui esa cita, pero me da la impresión que del mismo lugar que de Palacios Carvajal la frase en la que el químico y premio Nobel decía que el análisis de 1988 estaba "mal hecho" y tenía "tres defectos gravísimos que lo inutilizan total y absolutamente": del baúl de las invenciones de los sindonólogos, que es como se denominan a sí mismo los estudiosos de la pieza. Lo que sí sé es que su artículo es un perfecto ejemplo de la pseudociencia que ha rodeado el análisis de la sábana santa desde el estudio realizado en 1978 por miembros del Proyecto para la Investigación del Sudario de Turín (STURP), una organización vinculada a la Hermandad del Santo Sudario. Aquel estudio fue tan imparcial que cuando el microanalista forense Walter McCrone, el encargado de examinar las manchas de sangre, anunció que estaban hechas con pintura, fue invitado a abandonar el STURP, grupo que nunca ha publicado los resultados de su trabajo en ninguna revista científica.
McCrone, por cierto, auguró en 1980 que, si algún día se hacía, la prueba del carbono 14 fecharía la tela "el 14 de agosto de 1356, diez años más o menos". Vittorio Pesce, antropólogo de la Universidad de Bari, mantenía meses antes de la datación por radiocarbono que la sábana había sido confeccionada entre 1250 y 1350. Y es que los documentos históricos, la iconografía, los materiales y las técnicas empleadas bastaban y sobraban para situar la aparición de la sábana en Francia a mediados del siglo XIV.
Las monedas de los ojos
Algún lector de El Correo y El Diario Vasco podría llegar a pensar que la NASA estudio la reliquia en 1978. No es así. La agencia espacial estadounidense nunca ha mostrado el mínimo interés por el sudario de Turín. Dos miembros del STURP, John Jackson y Eric Jumper, habían trabajado para la NASA y eso sirvió, a finales de los años 70, a los sindonólogos y los periodistas del misterio para anunciar al mundo que la NASA había demostrado la Resurrección. Una trola más de las muchas que componen el corpus de la sindonología. Que, más de treinta años después, Arrregui siga diciendo que "en 1978 científicos de la NASA detectaron trazas de objetos sobre los ojos del hombre de la sábana" demuestra que sus fuentes de información no son fiables precisamente.
¡Ah!, respecto a las monedas romanas descubiertas en los ojos del hombre del sudario por el reverendo Francis Filas -¿por qué el articulista oculta a los lectores la condición de sacerdote del sindonólogo?-, David Sox, ex secretario de la Sociedad Británica del Sudario de Turín, recordaba en los años 80 que, "cuando se presentó [Filas] con las fotografías en las que se basaba para realizar estas afirmaciones, un científico, cuyo nombre no se citó, dijo: «Sí, y si miras desde un poco más cerca, en la esquina superior derecha, puedes ver al Pato Donald... y ahí, a la izquierda, a Mickey Mouse»".
Arregui sostiene que, además de la prueba del radiocarbono, se han hecho otros estudios científicos y se hace eco de una serie de trabajos sindonológicos que apoyan -¡cómo no!- la idea de que la tela envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret; pero hay un detalle crucial que pasa por alto. Mientras los resultados del análisis del carbono 14 se publicaron en la revista Nature sin que nadie los haya refutado en ninguna otra publicación científica, los que él esgrime en favor de la autenticidad de la reliquia se han hecho públicos en congresos de sindonología y publicaciones del ramo; nunca en una revista científica digna de tal calificativo.
Fuente:
Magonia