El peor accidente nuclear de la historia ocurrido en la antigua Unión Soviética, actual Ucrania, dejará secuelas por miles de años en las tierras contaminadas por la radiación, según los científicos.
El accidente de Chernóbil es el estigma de la energía nuclear, cumple 25 años. El aniversario concita mayor interés por los recientes sucesos en la central de Fukushima, aunque el primero sigue considerado como la peor catástrofe nuclear de la historia.
A unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Kiev, capital de Ucrania, en la localidad de Chernóbil, el 26 de abril de 1986, su central nuclear sufrió el mayor accidente nuclear que se había conocido. En la actualidad, 25 años después, alrededor de la planta permanece acordonada una zona de 40 kilómetros y una ciudad de 100.000 habitantes vacía, como un pueblo fantasma.
Los recientes sucesos en la central japonesa de Fukushima han hecho revivir en la memoria y en los medios de comunicación la tragedia de Chernóbil, Pero ha transcurrido un cuarto de siglo y las circunstancias, ni son las mismas, ni tampoco las consecuencias.
Para Javier González, portavoz del área de Energías de la organización medioambiental Ecologistas en Acción, el accidente de Chernóbil sigue siendo el peor de la historia y “parece que lo va a seguir siendo. Todavía se viven las consecuencias. Está contaminada la tercera parte de Bielorrusia y, en buena parte de Ucrania, sigue habiendo radiactividad. La incidencia en casos de cáncer sigue siendo muy por encima de lo normal”.
Según el último informe del Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de la Radiación Atómica (Unscear) que se ha presentado recientemente en Viena (Austria), la dificultad de explicar el aumento del cáncer en Ucrania, Bielorrusia y Rusia se debe, según explicaba el experto en radiología y medicina nuclear, Fred Mettler, a que muchos tipos de tumores “no tienen una forma específica que permita establecer su origen en la radiación”.
Pero Mettler aclara que “no estamos diciendo que no haya efectos, sólo que actualmente, si existe un efecto, no podemos verlo, de acuerdo a las estadísticas que manejamos”.
Hasta ahora, tres han sido los accidentes de dimensiones catastróficas en centrales nucleares del mundo: el primero ocurrido en Three Mile Island, cerca de Harrisburg en el estado de Pensilvania (EE.UU.), en 1979; el segundo el accidente en la extinta Unión Soviética de Chernóbil (1986) y el último el de Fukushima, en Japón, provocado por la sucesión de dos desastres geológicos.
Soviéticos querían ocultar el accidente
Las autoridades soviéticas ocultaron al mundo la grave situación en la que se encontraba Chernóbil. No fue hasta que la expansión de la contaminación nuclear llegó a Europa, cuando el gobierno tuvo que admitir el accidente. En los sucesos de Fukushima puede haberse producido también ocultación de parte de la información, en un intento de minimizar los hechos, sin embargo, para el portavoz de Ecologistas en Acción, se trata de dos situaciones completamente distintas.
“El Gobierno soviético ocultó totalmente los acontecimientos de Chernóbil, porque no querían que se enterara nadie, pero dos días después no tuvieron más remedio que reconocerlo porque las consecuencias del accidente se detectaron en Suecia. Hubo una opacidad informativa brutal”.
Para Javier González, “en Japón no ha habido la opacidad que hubo en la Unión Soviética ni mucho menos, aunque tampoco han informado claramente desde el principio. Aquí, un terremoto y un tsunami han dejado muchos miles de muertos. Creo que esperaron a asegurarse de lo que realmente pasaba y ver si era necesario alarmar más a la población con la catástrofe nuclear”.
“Lo de Chernóbil fue una cadena de irresponsabilidades, no realizadas por ignorancia porque sabían lo que estaban haciendo. Fueron órdenes irresponsables que los operarios obedecieron en un país en el que había que obedecer. El problema es que, con el tiempo, las irresponsabilidades se repiten, por ejemplo, siguen existiendo en Rusia once centrales iguales que la de Chernóbil que no tienen el edificio de contención que deben tener todas la centrales nucleares”, agregó González.
Radiación en Japón es menos maligna
“Fukushima no va a ser otro Chernóbil porque en Ucrania se vertió mucho combustible, en forma de explosión, a la atmósfera y se depositó por toda la zona, donde se mantendrá la contaminación radiactiva por miles de años. En Japón, lo que se está escapando es material radiactivo del núcleo, no combustible adaptado, con lo que en unas decenas de años la influencia de este material habrá desaparecido completamente. Pero habrá un nivel de radiactividad mucho más alto de lo permitido y, probablemente, tenga consecuencias bastante graves en la salud”, señala Javier González.
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