Los últimos indicadores de la ONU han dado cuenta de que en el Perú se logró disminuir los niveles de pobreza extrema de 23% en el 2002 a 11,5% en el 2009, y que hoy nos encontramos a un paso de reducir la desnutrición infantil a 16%, meta que se planteó lograr a finales de este gobierno. Sin embargo, todavía nos falta un largo camino para romper con las grandes desigualdades que aún persisten entre peruanos.
Precisamente, eso se observa en el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010 que ayer presentó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Rebeca Arias, representante residente de este organismo en el país, explicó que este estudio demuestra que en el Perú todavía hay grandes inequidades en términos de sexo, origen étnico, educación, lugar de residencia y acceso a servicios básicos e infraestructura. “Una niña que nace en la sierra rural del país tiene cuatro veces más posibilidades de ser pobre y tres veces más de no terminar la secundaria en comparación con una menor que nace en Lima” indicó. Se trata de un ejemplo claro de cómo la desigualdad territorial y de sexo limita a la gente sus posibilidades de desarrollo.
El informe también muestra que el Perú es el país de América Latina con mayores niveles de desigualdad en cuanto al acceso al agua potable, pues la diferencia entre la quinta parte de la población más rica que tiene acceso a este servicio y la quinta parte de la población más pobre alcanza el 57%. Eso nos aleja largamente de países como Chile y Argentina donde esta brecha apenas llega al 5% y 4%, respectivamente. Y en cuanto el acceso al servicio de electricidad, esa diferencia entre la población más rica y la más pobre es de 55% en el Perú, mientras que en Chile es de 1%.
Situación en la Región
El informe presentado por el PNUD muestra que si bien todos los países de América Latina han presentado mejoras en su Índice de Desarrollo Humano (indicador que mide los niveles de inequidad en cada territorio), esta sigue siendo la región más desigual del planeta.
“Diez de los quince países del mundo con mayores niveles de desigualdad son latinoamericanos”, indicó Isidro Soloaga, coordinador académico del informe del PNUD, quien agregó que esta medición se realizó con la aplicación del coeficiente Gini del ingreso per cápita para medir las inequidades en la distribución del ingreso en cada sociedad.
Soloaga también hizo hincapié en el hecho de que sufrir de desigualdad no es lo mismo que vivir en condiciones de pobreza. “Se trata de dos elementos diferentes. Una persona puede ser de clase media, pero no tener las mismas oportunidades laborales y de educación que otros, por tener otro color de piel, sexo o religión”, refirió.
En el citado documento se puede observar que las mujeres siguen percibiendo menores sueldos que los hombres y participan más en la actividad económica informal. “Las mujeres ganan en promedio la mitad que los hombres, pero trabajan más pues también deben realizar labores en el hogar que no son remuneradas”, indicó Arias.
En cuanto al color de la piel, el estudio señala que en la región la población de origen africano o indígena tiene mayores probabilidades de caer en condiciones de pobreza que los descendientes de europeos. Y esto también se relaciona con un disminución progresiva en las tasas de matrícula en las poblaciones indígenas y afrodescendientes. De hecho, el informe demuestra que si en el Perú estos grupo étnicos lograran los mismos rendimientos de escolaridad que la población de origen europeo, la variación de la incidencia de la pobreza en el país bajaría 3,2%.
“El análisis indica además que en América Latina hay una fuerte correlación entre la escolaridad de los padres y la de sus hijos”, agregó Soloaga. Para ello, el experto subrayó que los padres de una familia que logran concretar la universidad tienen 76% de posibilidades de que sus descendientes también accedan a una educación superior. “Pero si los padres solo tienen escolaridad primaria, la probabilidad de que sus hijos vayan a la universidad solo es de 3%”, aseguró el especialista.
Posibles soluciones
Según los investigadores del PNUD, para combatir el problema de la desigualdad en la región se necesita mayor inversión social y que el Estado se enfoque en diseñar programas sociales de transferencias condicionadas.
Allí Soloaga puso el ejemplo de programas como Chile Solidario y Juntos de Colombia, que han tratado de analizar cuáles son las necesidades de las familias para elaborar metas específicas. “Estos han tomado en cuenta factores como el alcance y la amplitud hacia los beneficiarios. Así las intervenciones de estos programas llegan efectivamente a los individuos, hogares y comunidades para los cuales fueron diseñados”, dijo el funcionario del PNUD.
En el informe también se recomienda trabajar en la mejora de la redistribución de los ingresos, así como tener políticas de regulación más fuertes en el campo de los servicios y la inversión que se realiza a partir de los impuestos recaudados por el Estado.
Al respecto, Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, mencionó que la desigualdad en del Perú se refleja en el hecho de que mientras que en las zonas rurales del país la décima parte más rica de la población recibe un ingreso per cápita de S/.107 al mes, ese mismo segmento poblacional en Lima tiene un ingreso per cápita de S/.2.500 al mes. “Allí hay un gran desafío para que el Estado logre plantear soluciones que permitan llegar a las poblaciones más alejadas y construir una sociedad con mejores niveles de equidad”, puntualizó.
Problema generacional
El informe del PNUD señala que la desigualdad en América Latina es alta, persistente y se reproduce en un contexto de baja movilidad social. Según Isidro Soloaga, coordinador académico del informe, esto significa que la desigualdad se trasmite básicamente en el núcleo del hogar, aunque también existen otras causas estructurales que se reflejan en la falta de oportunidades y situaciones de exclusión para determinados grupos poblacionales.“Eso lo conocemos como trampas sistémicas del orden político”, puntualizó.
El informe estudia cómo es que en cada sociedad el hecho de que una persona se compare con sus pares, genera una ventana aspiracional que lo moviliza a mejorar sus condiciones de vida.
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