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30 de junio de 2010

Alumnos de Salamanca inventan la primera silla dirigida por voz y móvil

Miércoles, 30 de junio de 2010

Alumnos de Salamanca inventan la primera silla dirigida por voz y móvil
  • Tres estudiantes de la Pontificia presentan este lunes el prototipo
Silla. | E. Carrascal

Silla. | E. Carrascal

Se imaginan una silla de ruedas que obedece a la voz, que se desplace según se mueva un teléfono móvil, que siga los movimientos de la cabeza de la persona que la utiliza captados por la cámara de un teléfono móvil o que moviendo un dedo sobre la pantalla del teléfono la silla conozca el camino a seguir. Eso es lo que han conseguido, con mucha imaginación y escasos recursos, en apenas unos meses tres alumnos de la Universidad Pontificia de Salamanca a través del Club de Innovación. Este lunes lo presentan públicamente.

El proyecto Aescolapius consiste en conectar a una silla de ruedas la cámara de un teléfono móvil y un pequeño ordenador. El software creado por estos tres universitarios de tercero de Ingeniería Técnica en Informática de Gestión y basado en la tecnología optical flow, que usa el ejército americano, permite, como primera opción, que la cámara del teléfono reconozca e identifique la cara del usuario, fijando su posición. A continuación, cualquier movimiento de la cabeza se convertirá, gracias al algoritmo que han creado, en una orden para la silla.

Las posibilidades de un teléfono móvil son infinitas. Tres alumnos de la Universidad Pontificia acaban de convertir en realidad una idea muy ambiciosa: mover una silla de ruedas con la cabeza, gracias a la cámara del móvil que identifica los movimientos.

El teléfono sirve también para guiar la silla de ruedas como si fuera un volante, reconocer la voz del usuario y dar instrucciones habladas, localizar en cada momento dónde se encuentra gracias a su GPS, conocer la ruta que ha realizado, enviar un mensaje de aviso al 112 o a un familiar en caso de accidente o para encender unas luces avisando de que la silla está parada o averiada, como los coches.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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