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30 de noviembre de 2009

Las cosas tienen su punto



Lunes, 20 de noviembre de 2009

Las cosas tienen su punto

Datos curiosos, y fascinantes, del punto


Nadie sabe en realidad cuándo apareció el punto, pero se trata del signo ortográfico por excelencia. De hecho, el verbo puntuar y el sustantivo puntuación vienen de punto, punctus en latín. Se cree que ya los griegos utilizaban algún tipo de signo para señalar el final de las oraciones, pero es en los textos latinos donde empieza a aparecer el punto tal y como hoy lo conocemos, aunque no siempre cumpliera la misma función. Así, durante siglos, el final de una frase se señalaba en los escritos con un espacio en blanco, pero también con letras al margen o con curiosas combinaciones de signos tipográficos.

Por otro lado, los puntos servían para distintas cosas dependiendo del lugar en que aparecieran: había algunos que se escribían en la parte de abajo de la línea, en el centro o arriba y marcaban pausas equivalentes a la actual coma o al punto y coma. No fue hasta el Renacimiento cuando se definieron las funciones del punto en un tratado de tipografía que publicó el impresor Aldo Maurizio en 1566. Desde entonces hay puntos y seguido, puntos y aparte, puntos finales, puntos suspensivos…

En el lenguaje coloquial encontramos decenas de frases en las que interviene la palabra. Algo está a punto cuando está pronto a suceder; en su punto cuando ha llegado al momento preciso de perfección; y en punto muerto cuando está parado o no puede llevarse adelante. Hay puntos de partida y puntos de referencia, puntos de mira y puntos críticos. También se le puede coger a uno el punto o dar el punto a una cosa, referido, por ejemplo, a un guiso o una comida. Y cada uno tenemos un punto fuerte y también un punto débil o un punto flaco que señala nuestra parte más vulnerable. Es divertido también lo del punto filipino, referido a alguien desvergonzado o poco escrupuloso, y la expresión tener un punto o un puntito cuando nos referimos a algo apetecible. Y luego está el expeditivo punto en boca. ¡Qué mejor manera de acabar!

Fuente:

Muy Interesante
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