Lunes, 30 de noviembre de 2009
Personajes: Susan Pinker
"La biología es muy importante a la hora de entender nuestra satisfacción en el puesto de trabajo"
En su libro La paradoja sexual, publicado en España por la editorial Paidós, la psicóloga canadiense Susan Pinker se cuestiona el principio de la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo laboral. Si está demostrado que somos biológicamente diferentes, ¿por qué tenemos que marcarnos las mismas metas profesionales?
–¿Podría explicar en pocas palabras en qué consiste la “paradoja sexual” que da título a su libro?
–Define un hecho constatable: las chicas, con más habilidades verbales, autocontrol y constancia, suelen superar a los chicos en el colegio, pero esta tendencia se invierte en la vida adulta. Muchas mujeres con talento escogen trabajos donde ganan menos de lo que merecerían y se muestran menos preocupadas que los hombres en ganar estatus. Parece una paradoja, pero sólo si pensamos que ambos sexos se comportan de la misma manera y albergan las mismas ambiciones profesionales. En mi libro recojo historias humanas y hallazgos biológicos que explican esta aparente contradicción, como las diferencias sexuales en el desarrollo neuronal y la producción de hormonas que influyen en nuestro comportamiento.
–¿Cuáles son las ventajas o inconvenientes innatos de ser hombre o mujer en el mundo laboral?
–Yo creo que la biología es muy importante a la hora de entender nuestra satisfacción en el puesto de trabajo. Por ejemplo, hay diferencias en la manera de encajar la competitividad extrema y en la disposición a hacer sacrificios para imponerse sobre los rivales. También afecta a la amplitud de intereses. Por término medio, las mujeres son menos dadas a concentrarse en un solo objetivo. Este factor puede perjudicarlas cuando se trata de disputas profesionales en las que “el ganador se lo lleva todo”, pero es beneficioso para la realización laboral a largo plazo , la complejidad de los lazos sociales y la salud. De cualquier manera, es importante no perder de vista un principio básico: que las ventajas innatas y el ambiente van siempre de la mano; por separado no tienen sentido. Después de todo, el cerebro humano creó la cultura , pero las presiones culturales hacen que evolucione la mente.
–Todo esto tendrá consecuencias a la hora de buscar trabajo…
Para resumir, más mujeres (entre un 75% y un 80%) que hombres prefieren los siguientes empleos: 1. Aquellos que aportan flexibilidad y autonomía para satisfacer no sólo metas laborales, sino también familiares, sociales…2. Que permiten trabajar en equipo, y cuyos proyectos tengan repercusiones colectivas: medicina, trabajo social, legislación, enseñanza…3. Con un componente verbal y humano, como la biblioteconomía, la edición de libros o la enseñanza de literatura. Es decir, lo opuesto a oficios que implican trabajar con objetos inanimados y en soledad (informática, ingeniería…).4. Que posibilitan a las mujeres explotar su mayor empatía. Por ejemplo, preferirán el sector público a las compañías privadas y financieras, donde es más común que las recompensas dependan de asumir grandes riesgos y derrotar a tus rivales al precio que sea.
Estas preferencias son determinadas por la capacidad femenina, sensiblemente superior a la masculina, para identificar las emociones de otras personas e interpretar sus intenciones. También influyen las habilidades verbales –las niñas desarrollan más rápidamente un vocabulario amplio y complejo – y su menor secreción de adrenalina y andrógenos ante las situaciones competitivas. Las diferencias sexuales también explican que haya muchos más varones psicológicamente frágiles: según las estadísticas, sufren cuatro veces más trastornos de aprendizaje. Además, el hecho de que el número de presos sea nueve veces superior al de reclusas indica que les cuesta más controlar sus impulsos. Sin embargo, también hay más hombres extremos: los que arriesgan al máximo para ganar –no es casualidad que los agentes de bolsa sean en su mayoría jóvenes del sexo masculino– o los que se dedican a intereses muy concretos, como ciertos físicos o expertos en ámbitos superespecializados.
–En España hay cierta polémica con la llamada “discriminación positiva”. ¿Qué opina sobre ese tipo de medidas?
–En general, no estoy de acuerdo, porque dan por sentado que si existe igualdad de oportunidades, los hombres y las mujeres siempre escogerán las mismas cosas, al 50%. Pero hay diferencias significativas en las opciones vitales y laborales, al igual que en la biología. Por lo tanto, obligar a la gente a escoger carreras profesionales significa, por ejemplo, que mujeres dotadas para las matemáticas, pero también para el análisis, la comunicación, la empatía y la socialización, serán forzadas a trabajar en física teórica o informática, no en medicina clínica o el sector público, si así lo prefieren. Mientras, los hombres que son buenos en, pongamos por caso, sistemas informáticos tendrán menos oportunidades laborales. ¿De verdad queremos profesores del sexo masculino que no estén realmente interesados en la educación de nuestros hijos sólo porque son hombres? ¿Es bueno que el 50% de los ingenieros sean mujeres, hasta el punto de obligarlas a trabajar en algo que no desean?
–En su libro habla a menudo del “modelo de hombre de vainilla” como el paradigma de éxito desde el punto de vista masculino. ¿Hay alternativas?
–En el pasado, para los varones daban más importancia al dinero y el estatus que a estar con sus seres queridos. Este modelo asume que todo el mundo ambiciona, por ejemplo, ser presidente de una compañía o primer ministro. Pero existe una gran variabilidad en la naturaleza humana , y las mujeres no tienen por qué buscar las mismas metas.
–¿Cree entonces que la sociedad actual se está feminizando, que se está volviendo menos agresiva, menos competitiva?
- En absoluto. Pienso que, en términos globales, la competencia ha aumentado. Hay más presión para que tanto hombres como mujeres trabajen más horas y estén siempre disponibles. Además, con la crisis financiera y el aumento del paro, ahora cuesta más solicitar un horario reducido o flexible, o decir a los empresarios que la familia y la salud son lo primero.
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Muy Interesante
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