Paul Otellini, presidente de Intel, con el Classmate PC.
23 de enero de 2008.- En el año 2006 la Universidad de Carolina del Norte, en EEUU, pensó seriamente en comenzar un programa oficial entre los alumnos para sustituir al papel y el bolígrafo. La gran mayoría, despés de todo, ya acudía a clase con el portátil bajo el brazo. Es una estampa que hoy se repite en todas las universidades del país americano. El portátil es omnipresente en las aulas y nadie toma notas en un papel. Las lecciones se descargan.
La tendencia parece imparable al otro lado del charco —donde, en ocasiones, los alumnos ya empiezan a tomar notas directamente en el ordenador desde el instituto- . En España, hoy, la informática en las aulas también es noticia porque cuatro alumnos de primaria de Aragón han ido a ver a Bill Gates a Berlín para enseñarle cómo usan los Tablet PC que la empresa suministra desde el año 2003 dentro de una experiencia piloto.
Son tiempos interesantes para este tipo de iniciativas, con propuestas que empiezan a asomar por varias partes del globo. Tantas, de hecho, que cabe preguntarse si estos TabletPC son realmente la mejor solución para el sector de la educación.
Se trata de ordenadores caros y dotados de un sistema operativo propietario y cerrado. Características que no convencen a todos. A cambio, permite escribir a mano alzada sobre la pantalla como si fuera un papel corriente, lo que facilita el uso en clase, y el alumno maneja una máquina y un sistema operativo similar al que encontrará al dejar la escuela.
El resto de las iniciativas educativas parecen apostar, sin embargo, por máquinas menos potentes, baratas, centradas en la educación y con sistemas operativos abiertos.
El caso más conocido es el del XO, el ordenador de Nicholas Negroponte para niños de países en vías de desarrollo —que también ha conseguido colarse en las aulas de algunos países desarrollados-. XO se ha creado desde cero pensando en la educación, la exploración y la colaboración entre los alumnos.
Intel, que hasta hace poco apoyaba esta idea, tiene también su propio portátil, el Classmate, que puede configurarse tanto con Windows como con Linux. Sobre su pantalla se puede escribir con un bolígrafo especial pero que tiene la forma y diseño de un portátil convencional y no de una tableta.
Por último, Asus ha conseguido colocar su EeePC como uno de los ordenadores de más éxito estas navidades. La máquina no está destinada a los niños pero su precio es tan bajo que algunos colegios estudian su implantación. En Fresno, California, los ha incluido dentro de una experiencia que pretende que los niños tomen contacto con el PC desde el jardín de infancia, creando un espacio personal que mantendrán hasta los 12 años. También podría llegar a algunas escuelas del Reino Unido.
Iniciativas arriesgadas y cuyos resultados tardarán años en hacerse patentes. Se trata, sin embargo, de un movimiento necesario. La generación que ahora estudia en las aulas dependerá más del ordenador y la red de lo que ahora dependemos nosotros —que ya es decir- y en los países con menos recursos el riesgo de una brecha digital es demasiado alto. Sin una población que entienda los fundamentos de la tecnología, se tienen todas las papeletas para quedarse "descolgado" del planeta. Pero más allá del manejo de la "herramienta" lo que intentan estos proyectos es reinventar la enseñanza, cambiar el papel del alumno y el profesor en el proceso de aprendizaje. Ver, en definitiva, cómo los niños pueden utilizar la información de la red para aprender lo que hasta ahora sólo se enseñaba siguiendo un modelo rígido en el que el libro de texto era el protagonista.
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