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11 de agosto de 2013

El «yo cuantificado», una nueva forma de entender la vida como algo digital



El movimiento del Yo cuantificado (Quantified Self) lleva dando vueltas varios años, desde que Gary Wolf y Kevin Kelly lo popularizaran en la revista Wired en 2007 y en una charla TED un poco después.

A estas alturas nadie dudaría en afirmar que es una de las tendencias más interesantes sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas cotidianas, un pequeño adelanto del ansiado ¡vivo en el futuro!


El yo cuantificado comenzó siendo un pasatiempo, luego una moda y finalmente un hábito de muchos entusiastas de la tecnología. Actualmente cada vez son más las personas que cuantifican su vida recopilando información sobre sus hábitos cotidianos mediante el uso de gadgets y herramientas específicas, de las que ya se han catalogado más de 500.

Algunos lo hacen por cuestiones de salud, otros para perder peso, otros simplemente por curiosidad. Este concepto ha recibido muchos nombres: Quantified Self, Life-Logging, Digital Footprint, Sousveillance… En castellano no he visto muchas traducciones, aunque Yo cuantificado puede ser lo que más se aproxime.

Detallar todos los aspectos que abarca sería interminable y podría dar para una serie completa de artículos, pero basta echar un vistazo a las posibilidades para entender lo impactante del tema: cuantificar cada una de las actividades que realizamos a lo largo del día, creando una especie de línea temporal que pueda analizarse con herramientas estadísticas e informáticas, según diversas finalidades. Todo esto puede entenderse como una especie de «registro de vida digital» absolutamente completo, en el que el usuario a veces participa de forma activa, muchas veces siendo «registrado» sin que tenga que hacer nada. Estos serían sus componentes básicos:

(A) Por un lado están los sensores y sistemas de recopilación de datos sobre el estado físico de la persona: sistemas de geolocalización, podómetros (cuentapasos), básculas, sensores de temperatura corporal, tensión y ritmo cardíaco, analizadores de glucosa, oxígeno en sangre, azúcar (importante para los diabéticos), masa corporal y grasa, sueño o actividad deportiva. Algunos requieren la introducción manual de datos: hábitos alimenticios, síntomas relacionados con enfermedades, medicación, vacunas o incluso el cambio de pañales de los bebés (¿tienes niños? te interesará Baby Loggers). Otros más avanzados y controvertidos son las pruebas médicas más especializadas, algunas de las cuales se pueden encargar online (hormonas, análisis de sangre, etcétera). Es interesante que hay algunos ligeramente invasivos (como analizar la glucosa, que suele requerir un pinchazo en el dedo) para los que se están inventando sensores que no implican tomar muestras y que funcionan de otras formas.

(B) Además de esto, se puede añadir a nuestro registro de vida datos sobre el entorno: temperatura exterior, humedad, altitud (algunos dispositivos incorporan ya altímetros), contaminación (CO2), presencia de polen en el ambiente, transporte o viajes.

(C) También hay una innumerable lista de sucesos registrables relacionados con nuestro entorno: captura de vídeo y fotografías, registro de llamadas de móvil – incluyendo el audio completo, mensajería, correo electrónico y redes sociales, uso de la televisión y sistemas de entretenimiento, música, juegos… seguimiento del uso de aplicaciones, gastos y finanzas personales, compras, consumo de energía en el hogar, sitios web por los que navegamos… Quien quiera una buena lista puede ver las maravillas que hace Stephen Wolfram con su vida, segundo a segundo a partir de todo lo que ha recopilado a lo largo de décadas: un análisis geek digno de matrícula de honor.

(D) Y por último –y no seré yo quien diga que esto es una gilipollez mayúscula– hay toda una rama del yo cuantificado que busca el lado más psicológico e incluso espiritual y «misterioso» del asunto – si es que acaso algo de lo que proponen es medible realmente o proporciona algún efecto más allá del placebo. Esto incluye tomar notas sobre estados de ánimo, hábitos, felicidad, logros, RescueTime, inspiración, gratitud, espiritualidad, compromiso… Que cada cual añada su ristra de términos más o menos cercanos a la ciencia: si puede cuantificarse, se hace un clic o se anota un número; si no, pues también.

¿Esto le paree una obsesión por la información? Pues agárrense por que esto recién empieza...

Lea el artículo completo en Microsiervos
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