¿Sabíais que en 2009 un guepardo hembra llamado Sarah corrió los 100
metros (partiendo en reposo) en 6,69 segundos. Díselo a Usain Bolt y
seguro que se deprime, eso es tres segundos menos que su récord mundial.
Y eso que la tal Sarah era una gueparda criada en cautividad, mucho más
lenta que sus parientes salvajes de la sabana africana.
¿Dónde está la clave para la velocidad de los guepardos? Eso es lo
que se propusieron averiguar tres científicos británicos, que emplearon
como modelo comparativo al galgo.
Construyeron una pista recubierta con placas que medían la fuerza de
los animales. Luego grabaron a guepardos y galgos corriendo sobre la
pista, emplendo para ello cámaras de alta velocidad. Cuando analizaron
los patrones de los sprints y las fuerzas de contacto, los científicos
identificaron varios factores biomecánicos que ayudaban a que los
felinos superaran a sus oponentes caninos.
Al parecer, la ventaja de los gatos moteados recae no solo en sus
zancadas, más largas que las de los perros, sino en la habilidad que
tienen para incrementar el nº de zancadas por segundo cuando aceleran.
Mientras “trotan” sin prisa a un ritmo de 9 m/s, los felinos dan 2,4
zancadas por segundo, pero cuando aceleran hasta los 17,8 m/s pasan a
dar 3,2 zancadas por segundo. Los galgos en cambio corrían dando 3,5
zancadas por segundo con independencia de la velocidad a la que fueran
(o lo que es lo mismo, con independencia de lo largas que fueran sus
zancadas).
Sorprendentemente, en este estudio los perros alcanzaron velocidades
de 19 m/s (68,4 km/h), techo más rápido que el conseguido por los
guepardos cautivos.
En la sabana la cosa no habría acabado igual. Allí los guepardos
alcanzan velocidades punta de hasta 29 m/s (104,4 km/h). ¡Se ve que
privarles de libertad les resta ganas de correr! ¿Para qué? si comen sin
necesidad de cazar…
El trabajo científico se publicó hoy mismo en The journal of experimental biology. Me enteré leyendo Science.
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