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4 de noviembre de 2018

Breve guía de las pseudociencias: la mala psicología

En el mundo de las pseudociencias, la mala psicología tiene un papel muy destacado. Descubramos qué tratamientos forman parte de ella.


La ciencia es humilde por definición porque su método se cimenta sobre el rigor intelectual, sobre las comprobaciones meticulosas de la comunidad científica y, así, sobre la conciencia de nuestras limitaciones cognitivas y de que sólo la prudencia y el trabajo arduo de investigación puede ayudarnos a comprender la complejidad del mundo. En cambio, las pseudociencias se basan en la simplicidad, en el individualismo teórico, la falta de disciplina metodológica y la caída en nuestros sesgos particulares de percepción.

Una de las áreas en las que más peligro existe de precipitarnos en la pseudociencia sin que nos percatemos de ello es la psicología, debido sobre todo a la necesidad que tenemos de autoconocimiento. A continuación tenéis los ejemplos más representativos.

Estas son las terapias piscológicas ineficaces
  • Psicoanálisis: Sigmund Freud, padre de la disciplina en el convulso siglo XIX, no elaboró sus teorías usando una metodología científica, sino su intuición. Por ello, es imposible comprobar la certeza de las hipótesis psicoanalíticas ni contrastar la eficacia de los tratamientos experimentalmente: Karl Popper dijo que son infalsables. Y por su parte, Carl Jung, el conocido discípulo de Freud, usaba la astrología para determinar la personalidad. Además, se ha descubierto que la tasa de remisión espontánea de un problema mental coincide con la de la supuesta eficacia de las terapias psicoanalíticas; y lo que ahora sabemos es que, por ejemplo, la influencia de la personalidad de una madre no tiene relación alguna con la homosexualidad de sus hijos, como defiende el psicoanálisis, que, pese a que disfrutó de mucha predicación durante décadas e incluso hoy en Argentina y en Francia aún goza de ella, los estudios actuales de psicología lo han relegado sencillamente a la historia por su innegable importancia cultural.
  • Grafología y grafopsicología: la primera propone que es posible conocer la personalidad de alguien analizando los rasgos de su escritura; la segunda, que la reeducación gráfica puede servir como terapia y cambiar la conducta de cualquiera. Pero, no solo estas afirmaciones no han sido demostradas, sino que incluso los estudios más recientes han expuesto su falibilidad a pesar de que, como la astrología, se asientan sobre el efecto Forer o Barnum: uno se siente identificado por descripciones generales o vagas aplicables a mucha gente. Eso sí, no confundáis la grafología, demasiado presente en los departamentos de recursos humanos, con la labor de los peritos calígrafos, que únicamente se dedican a precisar si alguien es el autor de un escrito.
mala psicología
  • Parapsicología: el amplio campo en el que se integra todo lo atribuible a la percepción extrasensorial y la manipulación física realizada con la mente de vivos o muertos, centrado en el estudio de fenómenos inexplicables y en cuyas conclusiones, habiendo sido bien examinadas, se ha encontrado falta de rigor experimental y sesgos de fe. La telepatía, la psicoquinesis, los viajes astrales, el espiritismo y otros fenómenos sin verificación forman parte de la parapsicología.
  • Dianética: se trata de una terapia para la curación de enfermedades mentales inventada por Ronald Hubbard, el fundador de la secta de la Cienciología, y que consiste en el relato reiterado e hipnótico de las supuestas percepciones de cuando uno ha estado inconsciente o ha sufrido dolor físico, llegando a un momento en que se terminan de descargar estos considerados registros de la memoria y se da por acabado el tratamiento. Sus fundamentos, además de las propias ideas de Hubbard, son la reencarnación y la telepatía, y no están acreditados.
  • Psicología transpersonal: es el misticismo oriental como terapia psicológica; toma aspectos espirituales del budismo, del hinduismo, del legado psicoanalítico de Jung e incluso de la parapsicología, y consigue una mezcla de religión, ocultismo y filosofía que es muy difícil de aceptar científicamente. “El despertar de la conciencia” es su mantra.
mala psicología
  • Autoayuda y coaching: la sistematización del pensamiento positivo y de la fuerza de voluntad como infalibilidad y garantía de éxito y, por lo tanto, de la responsabilidad propia y completa de todos los males que a uno le sobrevienen, sin considerar la organización y el contexto en que nos desenvolvemos con sus desigualdades, la influencia de los otros y los sucesos inesperados, que mezcla la concepción protestante del fracaso con cierta benevolencia e ideas New Age. Los libros de autoayuda (de Coelho, Chopra, Riso, Dyer, Canfield, Byrne, etcétera) y los entrenadores y animadores (coaches) establecidos en el mundo empresarial predican estas ideas y proponen métodos y terapias apoyados en ellas. Su simplicidad y sus contradicciones con la psicología compleja y acreditada inhabilitan la autoayuda así formulada y el coaching como una forma científica y verdaderamente útil de usar la mente en nuestro provecho. No obstante, se están empezando a desarrollar modelos de coaching psicológico que, si logran desprenderse del pensamiento positivo tal como lo emplean los que sus iniciadores llaman “pseudocoaches”, quizá consigan pasar los estándares científicos. Se trata de algo todavía incipiente, en cualquier caso; y sólo la ciencia humilde nos dirá a dónde puede llegar.
 Artículo tomado de Hipertextual

20 de octubre de 2018

Coaching: una pseudociencia


Ante el emergente negocio del coaching, que ha irrumpido con fuerza en la manera de tratar los problemas, los psicólogos nos hemos visto envueltos en el debate sobre su aparición y eficacia, cuestionados por pacientes y también por allegados que no entienden por qué no se nos ha ocurrido antes esta manera tan productiva de hacer terapia. En este diálogo ficticio se exponen tanto los motivos por los que se ha popularizado el coaching como las respuestas que damos los psicólogos que defendemos la rigurosidad de nuestro trabajo. ¡Ojo, no es un debate imparcial!: El título del artículo ya deja claro la postura que defiendo pero espero que al terminar de leerlo se entienda también el por qué.

- ¿Qué tiene de malo que surja un nuevo método psicológico para tratar los problemas?
- Dejando para más adelante que ni es nuevo ni es un método, me llama la atención que uses el término psicológico cuando la mayor crítica es que un coach no necesita ser psicólogo. Puede haber estudiado empresariales o informática, hacerse un cursillo de meses de duración (ni siquiera tiene que ser presencial) y empezar a ejercer de “coach”. Eso sí; el término en inglés que queda mucho más sofisticado que el de “entrenador”.

- ¡Qué manía con el intrusismo laboral! Yo no creo que un problema tenga que ser tratado obligatoriamente desde una única perspectiva profesional. No veo por qué su aparición es una amenaza a la terapia tradicional.
- No es un tema únicamente de intrusismo profesional, sino de cómo complica la divulgación científica de nuestro trabajo. Te lo planteo de otra manera: ¿Puedes explicarme tú qué tiene el coaching de diferente respecto a lo que llamas “terapia tradicional”?

- Está bien. De entrada lo que nos llega es que el coaching es para gente que no tiene problemas mentales serios sino problemas en su vida cotidiana.
- Volvemos de nuevo a esa falsa línea divisoria que antes se trazaba entre los psiquiatras y los psicólogos y que en nada se ajusta a lo que vemos en consulta ni a la vivencia de cada persona: ¿Es que acaso un problema de ansiedad o un trastorno obsesivo compulsivo no es grave? ¿Es que una relación de pareja cotidiana o las habituales broncas con nuestro hijo adolescente no merecen ser tratadas con toda la seriedad posible? Tan erróneo es pensar que un psicólogo no puede tratar con cuadros clínicos complejos como inventarse una nueva categoría profesional si el problema es considerado “más mundano”.

- A lo que me refería es que el coaching es un tratamiento práctico, de dar consejos concretos, mientras que la terapia tradicional es más un proceso de escucha y de introspección.
- Eso es un error clásico ya. Es cierto que existen corrientes terapéuticas, como el psicoanálisis, que no dan pautas de manera directa pero los tratamientos cognitivos conductuales son cortos, dando un papel activo al paciente en el propio diseño de la intervención, y empezando a trabajar sobre objetivos y técnicas concretas desde la cuarta o quinta sesión. No hay nada más práctico que eso. Y además de tener respaldo científico, los estudios demuestran que los pacientes mejoran y lo hacen de manera permanente.

- ¿Ves? Ya hablas de diferentes corrientes dentro de la psicología. ¡Normal que la gente no se aclare! En cambio el coaching es ecléctico. Utiliza técnicas de diferentes corrientes; lo mejor de cada una; lo que en cada momento se necesite.
- ¡Me niego! El eclecticismo ha hecho ya mucho daño a la psicología como disciplina científica como para que encima se considere una virtud. ¿Qué pensarías de un traumatólogo que, dependiendo de la parte del cuerpo que se te hubiera roto, te aplicara un antiinflamatorio, homeopatía o te hiciera la danza de la lluvia? ¿Creerías que es un profesional serio que domina un campo? ¿Confiarías siquiera que la medicina es una ciencia si cambia su marco teórico en función del criterio de quien la aplica? La psicología lleva décadas investigando, experimentando y reuniendo evidencia empírica para explicar cualquier tipo de problema con los mismos principios psicofisiológicos del aprendizaje.

El artículo completo en: El Confidencial



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