La arqueóloga Patricia Vega Centeno, que lidera un equipo de investigadores de cinco universidades (PUCP, San Marcos, San Antonio Abad del Cusco, Santa María de Arequipa y Nacional de Trujillo), ha registrado para el INC casi 200 sitios con pinturas rupestres en Corani y Macusani (Cordillera de Carabaya - Puno). Algunas pinturas datan de 8.000 a.C. Publicado en la sección Contracorriente del diario El Comercio De Perú.
Lo incitante: guiarse por aquí es darles nombre castizo o cinematográfico a los farallones con formas súbitas. Hay que subir por la Pierna de Pollo, bajar por Batman (una roca grandiosa con orejas en punta) o cruzar por Santa Rosa de Lima (una 'piedra madre', a la que los policías llevan ofrendas) para poder llegar a los cientos de pinturas rupestres de la cordillera de Carabaya. A 4.500 metros de altura, con temperaturas de 10 bajo cero, el estudio de estos hallazgos puede orientar un nuevo rumbo en la arqueología peruana.
Lo justo: si existen descubridores de estas pinturas al noroeste del lago Titicaca son los pastores y alpaqueros que las mantuvieron ocultas desde la época del Virreinato, mientras se guarnecían en las cavernas de las lluvias, heladas y rayos (hay que tenerles raudo respeto a estos, porque en todo el camino de trochas y a pie hay calvarios, como llaman los pastores a los altares rocosos que se levantan donde le cayó un rayo a un animal).
Lo revelador: las pinturas más antiguas en estos turbadores bosques de piedras de Macusani y Corani son del Precerámico, de 8.000 a 2.000 antes de Cristo, en que se aprecian escenas de caza de camélidos (abundantes en tiempos prehispánicos): individuos con arcos y lanzas acorralando de modo incipiente a manadas en una quebrada (no se puede hablar del comunal chaccu en el Arcaico Medio, porque implicaría más organización).
Lo complejo: en la mayoría de cuevas se superponen pinturas de otros períodos, como las de personajes antropomorfos que amarran camélidos, pertenecientes a la cultura Kaluyo --hablamos de 2.000 a 500 antes de Cristo--; de cuando aparecieron la cerámica, la agricultura y la domesticación de animales. Y también se aprecian pinturas de la época Colla, de 1.000 a 1.400 después de Cristo. Y, lo más inusitado, hay paneles geométricos incas de colores naranja, mostaza, negro, blanco y rojo.
¿Paneles geométricos?
Lo fascinante: a estos inusuales signos abstractos los pobladores, desde la Colonia, los llaman 'tejidos' y su función no ha sido descifrada todavía. Pero se abre un campo de estudio para analizar la relación de símbolos entre los tejidos, la cerámica y lo rupestre. Y los colores: el pigmento rojo fue el más usado y obtenido --según primeras estimaciones-- de varios tipos de arcilla diluida con alguna sustancia que parece ser grasa de camélido, que la hacía difícil de desprenderse de la roca. Y hay un mineral que se llama taco, que les daba un tono rojo y, con el paso del tiempo, ocre. Además existen aquí zonas donde la arcilla es amarilla, mostaza, naranja, negra y blanca.
Lo sorprendente: no solo existen pinturas parietales en el sentido propio sino también grabados sobre roca conocidos como petroglifos y una combinación inesperada de ambos, llamada petropictograbado.
Lo preciso: en el ámbito académico, en 1905, el sueco Nordenskiöld reportó los primeros petroglifos en Corani, mucho después prosiguieron los notables trabajos del puneño Roberto Ramos, en el 2002, y sobre todo de Reiner Hostnig, un ingeniero agrónomo de origen austríaco, quien consiguió, en el 2005, que se declare Patrimonio Cultural de la Nación de manera general a las pinturas de Corani y Macusani.
Lo definitivo: pero hacía falta una prospección exacta de ubicación, coordenadas y barrido total como la que ha efectuado el equipo dirigido por la arqueóloga Patricia Vega Centeno de la asociación Cultura Andina, desde octubre del año pasado. Lo riguroso de este proyecto es que ha cubierto un área extensa con nuevos descubrimientos, información etnográfica (incluso organizando un concurso de mitos y leyendas con los mismos pobladores en diciembre pasado), analizando el estado de conservación y el registro total de pinturas y petroglifos. Y el resultado es culminante. "Era urgente, porque hay pinturas que están al aire libre, donde la lluvia cae y hay diseños que están desapareciendo", advierte Vega Centeno.
Lo inédito: la prospección ha indicado una continuidad increíble y desacostumbrada de pinturas desde el Precerámico, Kaluyo, Colla, Inca --como en las altiplanicies de las comunidades de Isivilla y Tantamaco-- hasta los primeros años de la Colonia y República, como en Qelqaya y Chacaconiza, donde se aprecia el cambio en la simbología: del camélido gordo como animal propiciatorio para la fertilidad (su domesticación se dio en los 4.000 a.C.) hasta los dibujos pétreos de los toros, introducidos por los españoles, que tomaron ese mismo significado. Por eso, también hay representaciones de cruces y arcabuceros de la Conquista.
Lo sugerente: los 19 arqueólogos de la PUCP, San Marcos, San Antonio de Abad del Cusco, Santa María de Arequipa y Nacional de Trujillo que participaron en el proyecto midieron la dirección a que apuntan las pinturas y petroglifos y no encontraron ningún patrón. Lo seguro es que tenían relación con los dos nevados que las vigilan como apus tutelares: el Allin Cápac y el Chichi Cápac . Su trabajo fue barrer los bosques pétreos durante 6 meses, todos los días, sin excepción, de 5 de la mañana a 5 de la tarde, con seis guías de la región. "Hemos rodado miles de veces por los cañones, resistimos la nevada, la lluvia y nos hemos perdido sin radio, sin poder dormir en esas condiciones. Pero la gente de las zonas ha sido muy amable, incluso venían y nos mostraban las pinturas ocultas, también la alcaldesa de Carabaya, las rondas campesinas y los colegiales; Patricia Vega Centeno se paseó por todos los pueblos para que vieran que nuestro trabajo tenía como objetivo la conservación del patrimonio y crear conciencia", relata Rafael A. Cárdenas, un arqueólogo de 24 años, del Cusco.
DEFENSA DEL PATRIMONIO
Lo raro: en Huiquiza hay pintura rupestre elaborada con ceniza, con una tonalidad gris difusa, de la que hasta hoy no hay precedente y que sería del Horizonte Tardío. Los camélidos parietales pueden llegar a medir 15 centímetros.
Y en Ocorumi, en una caverna a 4.400 m.s.n.m, para los diseños geométricos se usó la técnica del negativo, que consiste en poner un pedazo de tela en la roca con pintura encima y luego retirarlo para que quede la impronta.
Lo polémico: sin embargo, en la zona existe una convulsión por la explotación minera de uranio, como informó este Diario en su edición del pasado 20 de abril . El uranio está en las rocas volcánicas y se especulaba que las mineras ya habían destruido sitios arqueológicos; pero según pudimos comprobar no es así, en 72.530 hectáreas. Aunque el problema es grave en potencia, tanto así que una de las empresas en fase de exploración, Frontera Pacífico, ha financiado parte de la investigación arqueológica que cuenta con una resolución directoral del INC, para cambiar su imagen con la población.
"La legislación peruana es bien clara: un sitio arqueológico es intangible y se protege", advirtió Vega Centeno y aceptaron. Pero la fiscalización debe seguir perenne ahora que el inventario completo de pinturas será presentado dentro de pocos días en forma oficial en el INC. Además está el dilema de los pastores que cocinan en las cuevas con pinturas y a los que es imposible desalojar. Y lo que señala el director del INC-Puno, Carlos Landa: "Hay pobladores que destruyen las pinturas rupestres de sus chacras para poderle vender sus propiedades a las mineras". "El objetivo es comprometer a la comunidad en su conservación y vamos a luchar por eso", defiende la arqueóloga.
Lo emocionante: pese a esto, todo está por estudiarse. En la ruta de la ciudad y el río Macusani hacia los bosques intrincados de Corani --a seis horas de Juliaca-- se aprecia un nítido camino inca. En Nueva Corani existe un templo hundido, con dos monolitEl Comercioos intactos, a 4.200 m.s.n.m., que debe ser uno de los más altos del Perú, aún sin excavar. Y sobre todo, después de la fase de registro y datación de las pinturas y geoglifos viene la etapa más difícil y cautivante: la interpretación de sus significados. Las remotas cuevas están servidas.
Fuentes:
El Comercio - Perú
Rupestre Web