I Ching binario, o más bien binario I Ching,
ya que, como en el caso del código Morse, del que nos ocupábamos en el post anterior, la binariedad es consustancial a este milenario código
chino, y por tanto el adjetivo es un epíteto inseparable (o más bien un
inseparable epíteto).
"Secuencia del rey Wu” o “secuencia recibida” que figura en el 'Libro de las Mutaciones'.
Efectivamente, los 64 hexagramas del I Ching son todas las
posibles combinaciones (variaciones con repetición) de dos signos en
grupos de seis: un segmento continuo y otro partido, que, si los
sustituimos respectivamente por unos y ceros, obtenemos los números del 0
al 63 en notación binaria. Y, de hecho, una de las ordenaciones de los
hexagramas, la realizada por Shao Yong en el siglo XI, sigue la
secuencia de los números naturales.
Pero la ordenación de Saho Yong, que se adelantó seis siglos a la
numeración binaria propuesta por Leibniz (que no hay que descartar que
se inspirara en el I Ching), no es la canónica, también denominada “secuencia del rey Wu” o “secuencia recibida”, que es la que figura en el Libro de las Mutaciones tradicionalmente utilizado con fines oraculares, la misma que se reproduce en el encabezamiento de este artículo.
En términos informáticos, los hexagramas son bytes de seis bits; los
ordenadores actuales, como es bien sabido, han adoptado por distintas
razones (¿cuáles?) los bytes de ocho bits, que permiten la formación de
256 octetos distintos, cuatro veces más que los 64 “sextetos” del I Ching.
Cada hexagrama puede dividirse en dos trigramas, y así suele hacerse a
efectos adivinatorios. Hay 8 trigramas posibles (000, 001, 010, 011,
100, 101, 110, 111), que dan lugar a 8 x 8 = 64 parejas distintas, que
es otra manera de obtener los 64 hexagramas.
Así como el criterio de la ordenación de Shao Yong es evidente, la
"secuencia del rey Wu" no lo es tanto. Invito a mis sagaces lectoras/es a
encontrar las claves y motivos de dicha ordenación canónica.
Tomado de: El juego de la ciencia