Este tipo de abuso permanece oculto, pese a que se ha calculado que es hasta tres veces más común que el escolar.
Se trata de un tipo de maltrato del que apenas existen datos con los que calcular su prevalencia: el bullying
entre hermanos, una violencia que se produce en el núcleo familiar y
que no es fácil identificar. Ahí, precisamente, radica el desafío: ser
capaces de distinguir entre una rivalidad normal entre hermanos y una
interacción fraternal abusiva.
No hay muchos estudios al respecto, pero el profesor de psicología
Mark Kiselica, de la Universidad de Cabrini, en Pensilvania, ha hecho
uno cuyas conclusiones son llamativas: se trata de la forma de abuso más común de la sociedad occidental, más común que el abuso doméstico o el abuso infantil.
En su trabajo, el psicólogo encontró que entre un tercio y la mitad de
los niños menores de 18 años están involucrados de alguna manera en el
acoso entre hermanos y que es hasta tres veces más frecuente que el
acoso escolar.
"Qué exagerado", pensarán algunos. "Llevarse como el perro y el gato
es algo normal entre hermanos". Y es cierto, hasta cierto punto. Aunque
no sea lo ideal, tirarse algún que otro tirón de pelo y darse patadas y
pellizcos debajo de la mesa está dentro de lo predecible. Ya sea porque
las personalidades son muy distintas y chocan, por competitividad, por
llamar la atención de los padres, por celos; quererse y odiarse con la
misma intensidad son cosas de hermanos, sentimientos que emergen en
todas las familias. A veces, incluso, que tu hermano no deje de meterse
contigo tiene sus ventajas, ya que la superioridad que ejerce el mayor
casi siempre enseña al pequeño a manejarse en los conflictos reales que
luego surgen fuera de casa. ¿Pero que ocurre cuando este comportamiento
se convierte un ataque permanente y despiadado?
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