El joven Esteban Quispe, conocido como "el genio boliviano de la robótica", ha comenzado a ganar un reconocimiento internacional pero prefiere seguir creando en su humilde taller y ha rechazado la beca en una universidad privada.
Hace un tiempo sorprendió en su país al construir con piezas recicladas en un basurero al Wall-E boliviano, una réplica del robot de la película Wall-E, y desde entonces no ha dejado de crear y ahora trabaja en una docena de máquinas.
Su potencial creativo en medio de las necesidades materiales que afronta en su casa en el pueblo de Patacamaya, a 104 kilómetros al sureste de La Paz, ha sido suficiente para ser invitado a Washington por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y participar en el evento "Demand Solutions" (Ideas para mejorar vidas).
Durante ese viaje, la empresa Google también lo invitó a visitar sus instalaciones y ha recibido numerosas ofertas de trabajo de empresas fuera de su país, por ejemplo una colombiana, pero su inspiración está centrada en las necesidades de la comunidad andina agrícola donde vive.
Quispe, de 18 años, terminó sus estudios colegiales en Patacamaya y pese a que fue becado por la Universidad Católica Boliviana "San Pablo" de La Paz para estudiar Ingeniería Mecatrónica, decidió abandonar alegando razones personales.
El joven inventor prefiere no hablar sobre su decisión de abandonar la universidad a la que asistió por un tiempo, pero enfatiza que su lugar favorito es su "laboratorio", un pequeño cuarto de adobe y cemento, rodeado de barriles de metal y cajas de cartón con sus herramientas y asientos hechos de tronco de árbol.
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