Ya sabemos por qué los rascacielos no pueden ser más altos, ¿pero que pasaría si una moneda lanzada desde uno de esos gigantes nos cayera en la cabeza? Olvidémonos de los gigantes asiáticos y pensemos en un rascacielos de los de toda la vida como es el Empire State Building y en una pequeña moneda y ya que estamos en los EE.UU. tomemos un centavo.
Una leyenda urbana asegura que si nos cayera una moneda desde lo alto de un rascacielos nos mataría, pero se trata de un bulo. Es prácticamente imposible que la moneda nos pudiera matar.
Un objeto que cae desde una altura experimenta una aceleración
constante durante toda su caída como efecto de la gravedad, de modo que
el impacto contra el suelo sería impresionante. Pero eso no es así, la
moneda también sufre una fuerza de frenado por el rozamiento contra el aire, que contrarresta la fuerza de la gravedad.
Cuanto más rápido cae nuestra moneda, mayor será la resistencia del
aire hasta un punto en que la fuerza de la gravedad y la de resistencia
se igualan, consiguiendo una aceleración cero, momento en el que la
moneda alcanzará su velocidad máxima y ésta se vuelve constante. Lo que
se llama velocidad terminal.
La moneda al ser plana presenta mucha resistencia al aire y debido a
su ligereza hay que realizar poca fuerza para compensar su peso. Se
estima que alcanzará su velocidad terminal a los 15 metros de comenzar
su caída, descendiendo entonces a unos constantes 40 kilómetros por hora.
¿Pero podría darse el caso de que la moneda alcanzara una velocidad mayor? Para este caso habría que crear unas condiciones ideales en laboratorio
en las que no existiera ninguna fuerza que interfiriese en la caída de
la moneda. En este caso el centavo alcanzaría los 335 kilómetros por
hora.
Así que si nos cae un centavo desde el Empire State y no hemos creado un túnel con unas condiciones especiales para que circule la moneda, podemos estar seguros de que no nos hará demasiado daño.
Vía | elconfidencial
Tomado de:
Xakata Ciencia