En diciembre de 2011, un estudio señaló que la ciudad se construyó orientada al Uña Huayna Picchu. Otros estudiosos sostienen que falta investigar mucho más el complejo.
Hace ya 20 años que el arquitecto Enrique Guzmán compró una maqueta pequeña de Machu Picchu en el Museo de la Nación. Lo que vio aquel día marcó la investigación que años más tarde iniciaría: “la ciudadela tenía la forma de un ave”. Comenzó así un trabajo de indagación que luego se convertiría en su tesis de maestría para la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Guzmán quedó fascinado con la forma perfecta y armoniosa en la que esta ciudad de piedra se adhería a las rocas de esta parte de la cordillera del Vilcabamba.
Desde entonces ha revisado documentos, leído textos de historia, memorizado planos y, sobre todo, analizado la ocupación urbana. “He visto que todos analizan Machu Picchu desde un punto de vista arqueológico o histórico, pero yo quise darle una mirada desde la arquitectura, la ocupación volumétrica”. Halló lo que ya imaginaba hace años, que el perímetro original de la ciudadela tenía la forma de un ave y que esta parecía volar con dirección al cerro Uña Huayna Picchu (ver infografía), uno de los cerros más pequeños que aparece subordinado a un costado del Huayna Picchu.
Las montañas sagradas (apus) más importantes y conocidos en la ciudadela son el Huayna Picchu, Machu Picchu y Putucusi. Sin embargo, lo que Guzmán sostiene es que el Uña Huayna Picchu es también importante. “La disposición de las estructuras, calles y plazas vistas en forma global se dirigen hacia este cerro”, explica. Y va más allá: “En la cosmovisión inca existen apus mayores y apus menores, y entre ellos conversan. Por eso la ciudad mira al Uña Huayna Picchu, porque este se encuentra en la misma línea que el Salcantay, el apu mayor”.
MIRADA ARQUITECTÓNICA
¿En qué basa su investigación el arquitecto Guzmán? “Nosotros hemos analizado la ocupación volumétrica y la ocupación urbana, todas las ciudades se construyen con una orientación y en el caso de Machu Picchu se construyó con dirección al Uña Huayna Picchu”. Pero el arquitecto menciona una interpretación distinta del origen toponímico de la ciudad. Según él, Machu Picchu no significaría ‘montaña vieja’, sino ‘pájaro viejo’. Dice que la palabra ‘picchu’ vendría del quechua ‘pichiu’, “que significa –cita el el texto “Gramática y arte de la lengua general del Perú”, de Fray Diego González Holguín de 1607– pájaro o ave.
La relación de Machu Picchu y sus estructuras, dispuestas en dirección a alguna importante montaña, también ha sido estudiada por el investigador estadounidense Johan Reinhard. Él sostiene que Machu Picchu se encuentra exactamente al sur del nevado Salcantay, aunque es imposible verlo desde la misma ciudadela. Tanto Reinhard como Guzmán creen que los cerros que rodean la ciudadela, incluido el Uña Huayna Picchu, ‘conversan’ con el apu Salcantay.
FALTA INVESTIGAR
Pero la hipótesis de Guzmán no convence a Fernando Astete, jefe del parque arqueológico de Machu Picchu. “La orientación tradicional de las ciudades andinas son de este a oeste. La salida del sol determina la orientación de sus construcción, y el Uña Huayna Picchu se encuentra hacia el norte. Lo que nosotros proponemos es que la ciudad está construida para mirar la salida del sol, hacia el este, eso sucede con el Intihuatana y el Templo de las Tres Ventanas”.
Astete dice que se han hecho varias interpretaciones sobre la forma que tiene la ciudad, pero “que falta investigar más”. Una opinión similar tuvo el historiador José Tamayo Herrera: “Hace mucho que los investigadores le quieren dar formas distintas a las ciudades construidas por los incas, pero yo creo que todo es solo más imaginación”.Como bien señala el historiador, la única ciudad que tenía forma de animal –y así lo registran los cronistas– es el Cusco, que tendría forma de un puma.
UN PUMA AGAZAPADO
Las ciudades incas y las formas que les habrían dado siempre han intrigado a los investigadores. Ya a inicios de los años 60 los arqueólogos Manuel Chávez Bayllón y John Rowe señalaron que la ciudad del Cusco tenía la forma de un puma. Un hecho que también fue sustentado, años después, por la historiadora María Rostworowski.
En el caso de Machu Picchu, no es la primera vez que los investigadores han intentado hallar la forma original que tenía la ciudadela. Sus formas han causado siempre la curiosidad de arqueólogos e historiadores. Fernando y Edgard Solorrieta señalaron hace años que la ciudad sagrada tenía la forma de un cóndor con las alas abiertas. Sin embargo, la interpretación era bastante forzada porque implicaba darle dos vueltas a la imagen. “Ellos, al hacer sus dibujos, eliminan y añaden estructuras y los giran sin considerar su volumetría real”, precisa el arquitecto.
La tesis de Guzmán postula, además, que a otras ciudades –como parte de su cosmovisión– los incas también habrían querido darles forma de animales.Él ha analizado otra de las ciudades construidas por Pachacútec: Ollantaytambo. “En este caso, otra de las zonas levantadas por Pachacútec, la disposición general de edificaciones, espacios y andenes también tienen la forma de ave”, sostiene. El arquitecto asegura que el ave fue uno de los animales predilectos del inca.
Fuente:
El Comercio (Perú)