Un tranquilo día de 1898 los vecinos de
varios bloques de edificios de Manhattan de los concurridos barrios
Chino e Italiano empezaron a experimentar un temblor que pronto comenzó a
sacudir todos los edificios y romper cristales, provocando que la gente
saliera asustada a las calles de Nueva York. La policía, tras comprobar
que el temblor se circunscribía solo a aquella pequeña parte de la
ciudad y sospechando de quién podía ser el causante, enviaron a dos de
sus agentes al número 46 de la calle East Houston. Justo antes de entrar
en el edificio notaron que el temblor cesaba, y al traspasar la puerta
de un laboratorio, los recibió un hombre alto y delgado, con bigote,
elegantemente vestido, y armado con un martillo, diciéndoles “Caballeros,
lo siento. Han llegado tarde para contemplar mi experimento. He visto
necesario detenerlo de forma súbita y inesperada… ” y añadió mirando el martillo “ y de una forma inusual”.
Este hombre era Nikola Tesla, el genial inventor que nos dio, entre
otras cosas, la corriente eléctrica alterna gracias a la cual estás
leyendo esto.
El causante de aquel incidente había
sido un pequeño oscilador electromecánico con el que Tesla estaba
experimentando aquel día para su investigación en la resonancia
mecánica. Tras colocarlo sobre un pilar de su laboratorio, la vibración
provocada comenzó a extenderse por los subterráneos del edificio hacia
los edificios colindantes creando el caos entre sus vecinos. Tan absorto
y fascinado estaba que hasta que no notó que todo su laboratorio estaba
temblando no decidió finalizar el experimento de forma
contundente dándole un martillazo al oscilador.
Otro de sus experimentos se lo
relataría algunos años después a un periodista. Esta vez Tesla decidió
experimentar fuera de su laboratorio y tras localizar un edificio en
construcción en el barrio de Wall Street, que aún era un esqueleto de
metal, colocó el oscilador sobre una de las vigas y lo activó. En pocos
minutos toda la estructura dediez pisos del edificio empezó a vibrar,
asustando a los trabajadores y provocando de nuevo que la policía
hiciera acto de presencia. Antes de que nadie se pudiera dar cuenta de
lo que pasaba, Tesla desactivó el dispositivo, se lo guardó en el
bolsillo y continuó su camino. En la misma entrevista el inventor
aseguró que en menos de una hora podría derribar el puente de Brooklyn, y
llego a afirmar que con una máquina adecuada y dinamita, sería
capaz partir la Tierra en dos. Esta claro que Tesla siempre pensaba a lo
grande.
No se sabe a ciencia cierta si estos
episodios ocurrieron tal cual o estaban magnificados por Tesla,
aficionado a hacer grandes aseveraciones sobre sus investigaciones, pero
así nos lo relata Margaret Cheney en una de las mejores biografías
hechas sobre el inventor, Tesla: The Man Out of Time, que tiene edición
en español (prologada por uno de los fans letales de Tesla que es Nacho de Microsiervos).
En un episodio del año 2006 del programa Cazadores de Mitos intentaron
reproducir el experimento de varias formas, pero con el experimento
final sobre el puente Carquinez solo consiguieron provocar una vibración
que se podía sentir a cierta distancia, pero nada parecido a un
terremoto. Si llegó a crear o diseñar realmente aparatos con esa
potencia, probablemente nunca lo sepamos y quede como uno de los tantos
misterios que rodean a este genio.
Para aquellos que quieran intentar
emular a Tesla, existe un libro con el rimbombante titulo de Nikola
Tesla’s Earthquake Machine: With Tesla’s Original Patents Plus New
Blueprints to Build Your Own Working Model, que parece dar las claves
para construirlo, pero creo que, salvo que te creas las peregrinas
teorías conspirativas sobre los terremotos ocurridos los últimos años
que circulan por la red, por ahora nadie lo ha conseguido.