Un estudio de 1997 de la Escuela de Medicina de Yale encontró que la acción de tomar sacía más la sed que hidratarse a través de una sonda nasogástrica.
Esa sensación se intensifica si la temperatura de la bebida es más caliente o más fría que la boca o la garganta, porque los nervios sensores de la temperatura se estimulan como los del tacto.
El frío también reprime la sensación de dulzura por lo que al tomar algunas bebidas tibias pueden parecer demasiado dulces.
Fuente:
BBC Ciencia