El VIH-2 ya infecta a 45 españoles y a más de un millón de personas en todo el mundo, sobre todo en África occidental. El virus, menos contagioso y agresivo que el conocido VIH-1, puede esconder claves para luchar contra el síndrome.
Debió de ser un día alrededor de 1940, en los bosques de la actual
Guinea-Bissau, que entonces era una pobrísima colonia portuguesa en la
que nacer era casi sinónimo de morir sin cumplir los cinco años de vida.
Aquel día, un cazador debió de enfrentarse a una manada de decenas de
monos mangabeyes grises, ejecutaría a unos cuantos y se llevaría sus
cadáveres para comer su carne.
Al descuartizarlos, sin embargo, la sangre de los monos se convirtió
en una bomba biológica para la especie humana. Al entrar en contacto con
la sangre de su carnicero, el virus de la inmunodeficiencia simia que
infectaba a aquellos animales saltó de especie. Había nacido el VIH-2, un causante del sida que todavía hoy casi nadie conoce.
Más de 70 años después de aquel episodio, más de un millón de personas están infectadas por el VIH-2, la mayor
parte de ellas en África occidental, en países como Senegal, Nigeria y
Sierra Leona. El virus, mucho más difícil de contagiar que su hermano el
VIH-1 (culpable de la pandemia mundial), se quedó donde nació, pero
poco a poco escapa de sus fronteras.
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