Si uno pone la lengua en un metal congelado, la alta conductividad
del metal le quita el calor a la lengua más rápido de lo que el cuerpo
lo puede suministrar.
Eso hace que el agua en la saliva se congele muy rápido.
El hielo crea lazos de hidrógeno entre el metal y
la piel, como lo hace el agua líquida, sólo que en este caso toda la
superficie se pega.
Lo mismo pasa con los dedos pues las puntas
proveen algo de aspereza y la piel usualmente tiene una pequeña cantidad
de humedad por el sudor.
Pero la piel muy tersa y seca no se pega.
Fuente:
BBC Ciencia