Lo hacen, primordialmente, debido a su reloj biológico.
Los gallos suelen empezar a cacarear unas dos horas antes del amanecer y, hasta hace muy poco tiempo, no se sabía por qué.
Como los gallos también cacarean en otros momentos del día, los científicos pensaron que el cacareo mañanero podía deberse a un estímulo externo más que a un causa interna.
Para descubrirlo, un equipo de investigadores de la Universidad de Nagoya en Japón, separó a los gallos en dos grupos.
Uno fue sometido a un régimen de 12 horas de luz brillante y 12 horas de luz tenue. El otro vivió permanentemente en un entorno con poca luz.
Como era de esperar, el primer grupo cacareaba antes del "amanecer", pero, para sorpresa de los investigadores, el segundo grupo comenzó a hacer lo mismo.
Sin embargo, a medida que pasaron los días, los horarios del segundo grupo empezaron a cambiar y se volvieron menos precisos.
Por esta razón, los investigadores llegaron a la conclusión de que, al igual que sucede con los seres humanos, el reloj biológico de los gallos necesita reacomodarse con el sol.
Si no lo hace, acaba gradualmente perdiendo su sincronía con el mundo real.
Tomado de:
BBC Ciencia