Después de varios meses lamentando la pérdida de su familia, decidió que conseguiría la libertad costase lo que costase… ya nada tenía que perder. Ideó un plan brillante: se enviaría a sí mismo en una caja por correo postal a Filadelfia. Necesitaba la ayuda de dos cómplices más, uno en Richmond para enviar el paquete y otro en Filadelfia para recibirlo. Así que, a través de James Caesar Anthony, un antiguo esclavo que había conseguido la libertad, contactó con Samuel Alexander Smith, un simpatizante de la causa abolicionista en Richmond. Henry pagó a Samuel 86 dólares para que se encargarse de todos los preparativos y le encargó contactar con Philadelphia Anti-Slavery Society (Sociedad Antiesclavista de Filadelfia) para que alguno de sus miembros aceptase el envío.
El 23 de marzo de 1849, metían a Henry Brown en una caja de madera forrada con un paño grueso de un metro de largo, casi uno de alto y medio de ancho, con unas pocas galletas y una cantimplora de agua. Samuel Alexander Smith enviaba la caja a través de Adams Express Company a James Miller McKim, líder de la Sociedad en Filadelfia, como “productos textiles“. Fueron 27 horas penosas en carreta, ferrocarril y barco de vapor en las que además tuvo que sufrir la dejadez de los transportistas al no respetar “este lado hacia arriba“. Antes del amanecer del 25 de marzo, James Miller McKim, William Still, el profesor Cleveland y Lewis Thompson abrían la caja en Filadelfia…
¿Cómo están ustedes, señores? – dijo Brown. En aquel momento lo bautizaron como Henry “Box” Brown.
Debido al éxito de aquel brillante plan, Samuel Alexander Smith intentó liberar más esclavos de Richmond con un nuevo envío a Filadelfia el 8 de mayo de 1849, pero fue descubierto, detenido y condenado a 6 años de prisión. Henry “Box” Brown se convirtió en un icono del abolicionismo participando incluso en convenciones y mítines pero en 1850, tras la aprobación de la Fugitive Slave Act (Ley de Esclavos Fugitivos) y el temor a ser devuelto a su antiguo amo en Virginia, huyó a Londres donde siguió con la lucha abolicionista. Tras algunas problemas financieros y las críticas por no hacer nada por recuperar a su familia, abandonó su lucha. Formó una nueva familia y se dedicó a otros menesteres menos altruistas.
Fuentes e imágenes: Henry “Box” Brown, Spartacus Educational
Tomado de:
Historias de la Historia