Leche. Un equipo de investigadores de la Universidad de Ohio (EE UU) ha llegado a la conclusión de que para evitar que el consumo de ajo en una comida cena a la luz de las velas nos arruine la noche causando mal aliento –debido a su alto contenido en componentes sulfurados-, el mejor remedio es beberse un vaso de leche durante la comida. Según publicaban en la revista Journal of Food Science, la leche entera es más efectiva que la desnatada por contener más cantidad de grasa.
Café. Científicos de la Universidad de Tel Aviv demostraron recientemente que el café no solo no causa mal aliento, como solemos pensar, sino que su extracto es capaz de inhibir a la bacteria que causa la maloliente halitosis.
Extracto de corteza de magnolio. De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Illinois y publicado en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, el extracto de corteza de magnolio es uno de los mejores remedios contra el mal aliento. En solo 30 minutos, colocado en la boca como ingrediente de un caramelo o un chicle, este compuesto consigue acabar con el 61% de las bacterias que causan halitosis y que propician que se nos caigan los dientes. Los compuestos de menta, sin embargo, consiguen destruir tan solo el 3,6% de los gérmenes en el mismo tiempo. Los expertos sugieren que la corteza de magnolio podría usarse como sustituto de los dentríficos en situaciones en que la higiene bucal con cepillo dental no es posible.
Té. El té verde puede ayudar a combatir el gran aliento gracias a su contenido en polifenoles, según un estudio del Instituto de Tecnología de Israel que publicaba la revista Archives of Oral Biology.
Adelgazar. Los datos no dejan lugar a dudas: cuanto más obesos, peor nos huele el aliento. Es la conclusión a la que llegaron Mel Rosenberg y sus colegas de la Universidad de Tel Aviv en un estudio reciente con un centenar de sujetos. Rosenberg lo atribuye a que las personas obesas consumen una dieta que promueve la condición de “boca seca”, uno de los desencadenantes de la halitosis. La investigación también ligaba el mal aliento al consumo excesivo de alcohol.
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