Hasta hace poco, el
anestesiólogo alemán Joachim Boldt era un reconocido especialista en la
administración de líquidos intravenosos. Recientemente se descubrió que
cerca de 90 de sus trabajos tiene errores y una docena de ellos han sido
retractados de las publicaciones por mala praxis, incluida la
falsificación de datos. Pero el daño ya está hecho.
Sus estudios han permitido la utilización de un
tipo de coloide en pacientes quirúrgicos que -se sabe ahora- puede
acarrear consecuencias fatales. Se trata del hydroxyethyl starches
(HES), un fluido sintético usado comúnmente desde hace décadas en
prácticas clínicas, que aumenta el riesgo de muerte y problemas de
riñón.
Este caso extremo refleja un
creciente problema en la comunidad científica: en los últimos años el
número de retractaciones se ha multiplicado de 30 a principios de 2000, a
400 para la segunda década del nuevo milenio. En cambio la cantidad de
estudios publicados sólo aumentó un 44%, según datos de la revista Nature.
Cuando una publicación es retractada, significa
que la investigación tiene tantos errores que hay que eliminarla de toda
literatura científica. Se considera por muchos como el peor de los
castigos para un especialista.
Pero también tiene graves implicaciones para la
ciencia. Si bien estas cifras representan alrededor del 1% de los casi
30.000 ensayos que salen cada año, la forma en que funciona la comunidad
científica amplifica su impacto.
Reacción en cadena
La manera como funciona actualmente la comunidad científica es confiar en que la literatura se corrija a sí misma.
Es a partir de los resultados publicados que
otros científicos basan sus nuevos estudios, por lo que una
investigación con errores puede ser citada decenas de veces por otros
expertos, cuyos trabajos serán usados a su vez por muchos otros, antes
de que se descubra un error.
"La ciencia depende de que otros repliquen, no
necesariamente exacto, pero sí de una forma en que te den la seguridad
de que los resultados pueden ser reproducibles", le explica a BBC Mundo
Nigel Hooper, profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la
Universidad de Leeds.
"Nosotros no salimos y pedimos a alguien que repita el estudio, sino que forma parte del proceso científico", agrega.
"La literatura no se corrige a sí misma", refuta
la científica australiana Elizabeth Iorns. "Es como decir que con el
tiempo se sabrá (si tienen fallas), pero no será así porque entre los
científicos no existe la cultura de buscar financiación para validar sus
estudios, y si lo hacen, no hay forma de publicar (los resultados de la
réplica)".
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BBC Ciencia
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