Según un estudio con resonancia magnética de la Universidad de Nueva Jersey (EE UU), cuando escuchamos nuestro propio nombre, el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro se activa con más fuerza que cuando oímos el nombre de otras personas. Concretamente, la actividad es mayor en las neuronas
de la corteza frontal media y la corteza temporal. “Estos experimentos
demuestran que reconocer que alguien nos nombra pone en marcha zonas
cerebrales específicas que permanecen en silencio el resto del tiempo",
concluían los autores en la revista Brain Research.
Tanto nos influye nuestro nombre que nos mostramos más predispuestos a
comprar algo si nos lo ofrece un vendedor que comparte con nosotros
alguna inicial en el nombre o en los apellidos, según un estudio de la
revista Journal of Consumer Research. Y también han demostrado científicamente que somos más propensos a contraer matrimonio con una persona cuyo nombre empieza por la misma letra que el nuestro.
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