Nos cuenta
Stefan Zweig en Momentos estelares de la
humanidad, que el carpintero de Johann August Sutter, propietario de lo que
hoy conocemos como California, fue a contarle que al empezar la instalación de
un nuevo aserradero: “Ayer, mientras estaba cavando, dio con ese extraño metal.
Cree que es oro, pero no ha dicho nada porque teme que los demás se habrían
reído de él. Suter se pone serio, toma las pepitas y hace una prueba: es oro. (…)
pero el maestro carpintero es presa ya, la primera víctima, de la terrible
fiebre que pronto sacudirá al mundo entero.” [1]
Se llama
fiebre del oro a las migraciones de forma masiva de trabajadores hacia las
áreas donde se había descubierto dicho metal. Fueron tan importantes que se las
considera un rasgo de la cultura del sigo XIX. En particular, este término se
aplica al fenómeno de California en 1849. Como posibles causas de la fiebre del
oro, la Wikipedia señala los avances en el transporte y en los medios de
comunicación, la insatisfacción social, y finalmente que el sistema monetario
internacional se basaba en el oro. Pocos mineros se hicieron ricos, al revés
que los proveedores y comerciantes que fueron los realmente beneficiados. [2] “Y
ese tornado inaudito en pos del oro se vuelve cada vez más violento”. [3]
Pero…
resulta que la llamada “fiebre del oro” tenía un fundamento científico que
vamos a explicar a continuación.
Los mineros
usaban mercurio para conseguir el oro en el oeste de los Estados Unidos. Los
depósitos de oro eran bien de roca (vetas, vetas de oro-cuarzo) bien aluviales
(gravas no consolidadas). Los vastos depósitos de gravas de los ríos
ancestrales de Sierra Nevada, contenían grandes cantidades de oro derivadas del
desgaste de las vetas de oro-cuarzo (parece que el oro procede de las vetas de
cuarzo).
En la mitad
de los años de 1850, la minería hidráulica era el método más efectivo y de
menor coste en lugares que contaban con grandes extensiones de agua. Las
partículas de oro se recuperaban por medio del asentamiento en los canales
dentro de las esclusas o por reacción química con el mercurio líquido para
formar una amalgama de oro y mercurio. [4] La amalgama es una mezcla homogénea
de dos o más metales, lo que se denomina una aleación, salvo cuando uno de los
metales es el mercurio que está en forma líquida. [5] El mercurio disuelve
numerosos metales formando amalgamas; exceptuando al hierro por lo que se
comercializa y conserva en frascos de este metal.
Para conseguir oro, cientos de libras de
mercurio líquido se añadían a los rápidos y canales en las esclusas. La alta
densidad del mercurio permitía que el oro, y la amalgama de mercurio-oro se
hundiera mientras que la arena y la grava pasaban sobre el mercurio y a través
de la esclusa.
He encontrado un método curioso para
extraer el oro de la amalgama de mercurio-oro, usando una patata: se hace un
pequeño agujero en las dos mitades de una patata, donde se coloca la amalgama.
Después se unen las dos partes y se envuelven en papel de aluminio, y se
hornean. En el interior de la patata estará el oro puro, y el papel de aluminio
es para que los vapores de mercurio no produzcan sus efectos tóxicos. La manera
de obtener oro más eficaz en la época era usar una “retorta de mercurio”: un
diseño mecánico que retiene el mercurio para volver a usarlo. [6]
Se conoce que el mercurio era tóxico
desde época de los romanos, cuando están documentadas las intoxicaciones de los
mineros de Almadén de la Plata (España). En la exposición crónica al mercurio
elemental se absorbe a través de los pulmones, oxidándose en la sangre a
mercurio divalente (Hg2+). El mercurio en forma elemental (Hg(0))
puede atravesar la barrera hematoencefálica y la placentaria. El mercurio
afecta al sistema nervioso central, riñón y mucosa de la boca.
En sus formas orgánicas, es capaz de
penetrar en la membrana del eritrocito y de unirse a la hemoglobina. La
transformación de mercurio elemental a metilmercurio es un proceso
biogeoquímico complejo que requiere como mínimo dos etapas: 1) oxidación de
Hg(0) a Hg(II), seguida por la transformación a metilmercurio o metilación. La
metilación del mercurio está controlada por bacterias reductoras de sulfato y
otros microbios que tienden a prosperar en condiciones de bajo oxígeno disuelto
como cerca de la interfase agua-sedimento o en algas. Varios factores
ambientales influyen sobre la velocidad de metilación del mercurio y la
reacción inversa conocida como desmetilación. La concentración de
metilmercurio, generalmente aumenta por un factor de diez o menos en cada
escalón de la cadena alimentaria, que es lo que se conoce como
biomagnificación. Sin embargo, a pesar de las concentraciones de mercurio
elemental, Hg(II) y metilmercurio en el agua serán muy bajas como para
representar un riesgo para la salud humana. El mayor riesgo para la salud
humana es consumir pescado contaminado de las áreas mineras o de fábricas de
mercurio, como ocurrió en Minamata.
El mercurio líquido es muy poco tóxico
por vía gastrointestinal al ser escasamente absorbido (de ahí que tener un
termómetro de mercurio no sea un riesgo excesivo). Sin embargo, los vapores de
mercurio elemental (se forman por vaporización del mercurio líquido metálico) sí
penetran y afectan al sistema nervioso central, aunque se conoce poco de la disfunción
cerebral. La liposolubilidad de los vapores del mercurio permite que penetre en
el cerebro, mucho más rápido que en las formas iónicas del mercurio. [7]
Es probable que los mineros no
conocieran todos los efectos tóxicos del mercurio, y que estuvieran expuestos a
los vapores de este metal, presentando daños en el cerebro, que pudieran
agravar su “fiebre del oro”.
Referencias:
[1] Stefan Zweig, Momentos estelares de la humanidad, Primera Edición en El
Acantilado, 2002
[2] Wikipedia
[3] Stefan Zweig, Momentos estelares
de la humanidad, Primera Edición en El Acantilado, 2002
[4] Alpers et al., Mercury
Contamination from Historical Gold Mining in California, US Geological
Survey, 2005
[5] Wikipedia
[6] Garnet Basque, Gold
Panner’s Manual
[7] Manuel Repetto, Ana Camean,
Toxicología Avanzada
Fuente: