Hacer uso de las redes sociales es una actividad que ocupa una cantidad considerable de tiempo diario, por ello no son pocos los empresarios que prohíben consultarlas en la oficina o incluso 'capan' el acceso en los ordenadores. ¿Es esta una medida acertada? Yo creo que no. Desde luego parece la más simple, la que se limita a cortar por lo sano ese riesgo en forma de bajada de la productividad sin pararse a ver las oportunidades que puede presentar consigo.
Si un empleado se
dedica toda la mañana a ver las fotos de sus primas o a cuidar una
“granjita” desde su puesto de trabajo, el problema no es Facebook, es el
empleado; si tenemos en cuenta que la mayoría de los trabajadores de la
compañía tienen un smartphone y pueden ver su Facebook o su Twitter
desde el móvil, limitar el acceso a las redes sociales en los
ordenadores parece algo con poco sentido y que no solucionará el problema de la productividad, en caso de que exista.
Como
dice un conocido proverbio holandés, “no puede impedirse el viento,
pero pueden construirse molinos”; si una organización sabe adaptarse al
nuevo contexto e implicar a todos sus miembros en la comunicación
online, esto repercutirá en el beneficio de todas las partes.
Es
muy recomendable llevar a cabo algún plan de incentivos para que los
empleados participen, sobre todo en una primera fase, cuando todavía no
existe el hábito de hacerlo.Los
empleados son, sin duda alguna, los primeros 'embajadores de la marca',
y nunca hasta la aparición de los medios sociales se había presentado
una ocasión tan buena de involucrarles en la comunicación externa de un modo tan potente.
Por esto es importante hacerles partícipes. ¿Cómo? En primer lugar
tienen que estar bien informados de las redes sociales en las que la
compañía está presente, qué se comunica en cada una de ellas, por qué
les pueden resultar interesantes, cómo pueden colaborar y por qué la
buena reputación online de la empresa también les beneficia a ellos.
Es muy recomendable llevar a cabo algún plan de incentivos para que los empleados participen, sobre todo en una primera fase, cuando todavía no existe el hábito de hacerlo.
Retuitear al perfil de la empresa, participar en un grupo de debate de
LinkedIn, interactuar en Facebook o escribir un post para el blog
corporativo son algunos ejemplos, y los incentivos pueden ir desde algo
tan simple como una distinción o un sorteo entre los más activos hasta
incluir kpi’s relacionados con las redes sociales en los objetivos que
se ligan a remuneraciones variables.
Visto desde el punto de
vista del trabajador, el uso responsable de las redes sociales y la
colaboración en la comunicación online de la empresa solo puede
reportarle beneficios. Hacer un uso profesional de las redes nos permite
estar al día de la información referente a la competencia, clientes o
sector, y poner nuestro granito de arena para mejorar la reputación
online de nuestra empresa revierte directamente sobre nuestra reputación
personal. Cuanto mejor es la imagen de una compañía mejor será la de sus empleados, y viceversa.
La
innovación es el motor del progreso y no hay que enfocarla solo a la
producción, sino también al management. Para una organización ser
recelosa ante el cambio solo suele suponer desperdiciar oportunidades, y
en el caso de las redes sociales el tren está pasando ahora mismo por
delante de nuestras narices… ¡suban sin empujar!
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