- Bruce Wilcox diseña programas que son capaces de conversar como humanos.
- Ha ganado dos premios Loebner, que sigue el espíritu del test de Turing.
- En 2010, un miembro del jurado creyó que su robot era un humano.
23 de octubre de 2012
El programador que desafía el test de Turing
"Si chateas con un humano y un ordenador, ¿podrías encontrar la diferencia?"                                                    
"- ¿Cómo te llamas? - Rosette - ¿Cuál es tu comida 
favorita? - Me gustan los filetes - ¿Eres un humano o un computador? - 
Soy humana". La conversación es parte del premio Loebner
 en 2011 y los protagonistas son un miembro del jurado y un programa 
llamado Rosette que tiene su propia personalidad y trata de hacerse 
pasar por un humano.
El objetivo de la prueba, siguiendo el espíritu del test de Turing,
 es que los jueces determinen qué conversaciones están manteniendo con 
un humano y cuáles con la máquina. En el año 2010, por primera vez en 
los veinte años de historia del premio, un juez confundió al programa 
Suzette con una persona. Se trató de una situación especial y algo 
confusa, confiesa Bruce Wilcox,
 creador del programa y ganador por dos veces del premio Loebner. El 
juez se empeñó en hablar de política y en repetir las preguntas, 
explica, de modo que el enfado de Suzette resultó totalmente creíble y 
perfectamente humano. Pero la confusión sentó un precedente.
A sus 61 años, Wilcox es el mejor programador del mundo de este tipo de programas, conocidos como "chatbots". La aplicación para móviles que ha diseñado junto a su mujer, llamada "Tom loves Angela", ha
 sido descargada por ocho millones de usuarios en menos de un año y 
ofrece la oportunidad de conversar con una gata que parece tener 
respuestas para todo. "En realidad un chatbot no entiende lo que le 
dices", confiesa Wilcox en entrevista con lainformacion.com. "Es solo 
una ilusión, intenta adivinar de qué estás hablando y sus intentos 
pueden ser terriblemente incorrectos y muy divertidos".
Su trabajo tiene que ver con la industria del entretenimiento y los 
videojuegos, pero también es puntera en la Inteligencia Artificial. 
Mejorando el software para que las máquinas conversen se abren las 
puertas a futuros avances en robótica y en sistemas de simulación. 
"¡Estamos abriendo el camino a la industria de replicantes!", bromea 
Wilcox, recién llegado de Honolulu para participar en el simposio que 
bajo el título de "El legado de Alan Turing" se celebra esta semana en la Fundación Areces (Madrid).
Su primer programa, Suzette, tenía 16.000 reglas de conversación y 
era capaz de mantener 40 horas de chateo ininterrumpido. La versión de 
Ángela que sacarán en diciembre tendrá 26.000 reglas y 50 horas de chat 
continuado. Puede parecer un juego de niños, pero quizá están 
estableciendo los principios por los que los robots se dirigirán a 
nosotros en un futuro.
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