¿Tiendes
a actuar sin pensar demasiado o bien reflexionas con calma tus opciones
antes de elegir? Según explica un estudio que se publica en Nature, las personas que emplean más tiempo decidirse suelen escoger alternativas más egoístas, mientras que los actos impulsivos tienden a ser cooperativos.
Los participantes en el experimento, que se realizó a través de una plataforma on line, recibían 40 céntimos y tenían que decidir cuánto aportar en una especie de fondo común. Al final del ejercicio, se doblaría la cantidad del bote y esta se repartiría entre los cuatro `donantes´. De esta forma, si todos contribuyesen con sus 40 céntimos, al final cada jugador tendría 80 céntimos. Este es el primer pensamiento. Pero, si se hacen cuentas, se encuentran alternativas más lucrativas. Por ejemplo, si un jugador no donase nada, pero los otros tres lo donasen todo, al final del experimento cada jugador recibiría 60 céntimos, que unidos a los 40 del principio, haría un total de un dólar para el participante que decidió no aportar nada.
¿Cuáles fueron las decisiones de la gente? Después de repetir la prueba con varios grupos, los investigadores, de las Universidades de Harvard y Yale (EEUU), descubrieron que las personas que elegían más rápido donaban una media de 27 céntimos, mientras que los más reflexivos donaban solo 21 céntimos de media. En otro experimento en el que la mitad de los participantes tenían mucho tiempo para pensar, mientras que el resto disponía tan solo de diez minutos para elegir, los resultados revelaron que estos últimos tomaban las decisiones más cooperativas.
Los científicos concluyen que las personas cooperan más cuando piensan deprisa, es decir, cuando toman la decisión más intuitiva. "Si se paran a reflexionar, se dan cuenta de que existen otras situaciones más egoístas de las que sacar beneficio", explica David Rand, uno de los autores. "Sin embargo, el primer impulso que surge automáticamente es más cooperativo".
Los participantes en el experimento, que se realizó a través de una plataforma on line, recibían 40 céntimos y tenían que decidir cuánto aportar en una especie de fondo común. Al final del ejercicio, se doblaría la cantidad del bote y esta se repartiría entre los cuatro `donantes´. De esta forma, si todos contribuyesen con sus 40 céntimos, al final cada jugador tendría 80 céntimos. Este es el primer pensamiento. Pero, si se hacen cuentas, se encuentran alternativas más lucrativas. Por ejemplo, si un jugador no donase nada, pero los otros tres lo donasen todo, al final del experimento cada jugador recibiría 60 céntimos, que unidos a los 40 del principio, haría un total de un dólar para el participante que decidió no aportar nada.
¿Cuáles fueron las decisiones de la gente? Después de repetir la prueba con varios grupos, los investigadores, de las Universidades de Harvard y Yale (EEUU), descubrieron que las personas que elegían más rápido donaban una media de 27 céntimos, mientras que los más reflexivos donaban solo 21 céntimos de media. En otro experimento en el que la mitad de los participantes tenían mucho tiempo para pensar, mientras que el resto disponía tan solo de diez minutos para elegir, los resultados revelaron que estos últimos tomaban las decisiones más cooperativas.
Los científicos concluyen que las personas cooperan más cuando piensan deprisa, es decir, cuando toman la decisión más intuitiva. "Si se paran a reflexionar, se dan cuenta de que existen otras situaciones más egoístas de las que sacar beneficio", explica David Rand, uno de los autores. "Sin embargo, el primer impulso que surge automáticamente es más cooperativo".
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