El 23 de septiembre se cumplieron 50 años del estreno de ‘Los Supersónicos’, la serie de Hanna-Barbera
que describía la vida en un hipotético siglo 21. En principio, no
parecía más que un remake de ‘Los Picapiedra’, sustituyendo los chistes
de dinosaurios por extraños cachivaches futuristas. Pero hoy día, es
recibido por estudiosos de la cultura pop y amantes del retrofuturismo
como una de las series de animación más importantes del siglo XX.
Su
legado cultural es innegable: el título de la serie se ha convertido en
sinónimo de invenciones imposibles, trascendiendo su propia condición
de mero producto de entretenimiento para convertirse en un icono
cultural. El “parece salido de los Supersónicos” es una expresión
habitual en medios de comunicación de todo el mundo, recordando
constantemente a la familia de George Jetson. No esta mal para una serie que se canceló en su primera temporada.
Los
Supersónicos, a pesar de su ambientación futurista, supone una de las
mejores cápsulas del tiempo que podemos encontrar sobre la sociedad
americana de principios de los 60, su cultura y sus esperanzas. Años de
postguerra, con una economía americana floreciente y un Vietnam que aún
quedaba muy lejos. Años pues, de abundancia y optimismo en el futuro.
La familia liderada por George no es sino la consabida “familia nuclear”
de la época. Un padre trabajador, con esposa, dos niños y un perro. Con
una mujer que no necesita trabajar, porque con el sueldo del padre les
basta y sobra para vivir, con una vivienda en las afueras y sin ningún
vecino negro o perteneciente a minoría alguna: incluso los sirvientes
eran robots. El mundo del mañana sería, básicamente, como el ideal del
mundo de los 60 para el americano medio.
Un universo, además, lejos de tensiones políticas. Aunque la carrera
espacial estaba en pleno apogeo y los rusos daban mucha guerra a la
NASA, nada de esto aparecía en la serie. Los personajes vivían sumidos
una especie de capitalismo utópico donde la mayor preocupación de George
era no perder su trabajo para la gigantesca corporación ”
Espacio-cohetes espaciales Espacio S.A.” para la cual trabajaba, una de
las compañías de ficción más ricas de la historia, según calculó la revista Forbes.
Pero
no era un mundo perfecto, ni mucho menos. Los Supersónicos tenían su
grado de estrés, e incluso pronosticaban algunas de las futuras
enfermedades y dolencias del nuevo milenio. En varias ocasiones, los
personajes se quejaban de cansancio en el dedo de “tanto apretar
botones” para iniciar esas tareas organizadas. Que nos lo digan a todos
los que sufrimos el “mal del informático” en nuestras muñecas.
Lea el artículo completo en: