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7 de septiembre de 2012

Cómo convertir tu libro en un 'best seller' comprando críticas positivas

Cómo convertir tu libro en un 'best seller' comprando críticas positivas

R.J. Ellory se ha mostrado "muy arrepentido" por su comportamiento. (EFE/Andreu Dalmau)

“Este es uno de los libros más emocionantes que he leído en mi vida”; “una obra maestra moderna”; “está tan bien escrito que me sentí transportado a la época en que tenían lugar estos acontecimientos” o “R.J. Ellory es uno de los mejores autores hoy en día, su capacidad con el idioma inglés es impresionante”. Cualquiera se sentiría impelido a comprar la novela a la que se refieren tales aseveraciones ante tal unanimidad crítica. Lo que muchos de los que se sintieron atraídos por dichos elogios no sabían es que su emisor no era un crítico reputado o un lector con criterio (una figura en auge en los tiempos de la red 2.0), sino R. J. Ellory, el propio autor del libro, A Quiet Belief in Angels (Overlook).
 
Ellory lleva publicando reseñas bajo seudónimo desde 2008La polémica ha saltado después de que el ganador del Premio Theakstons Old Peculier a la Mejor Novela Criminal de 2010 R.J. Ellory, haya sido descubierto escribiendo reseñas positivas de su propio trabajo en la página web de Amazon. Ahí no termina todo: por si fuese poco utilizar una herramienta pública para alabar su propio trabajo, Ellory, a través de dos apodos diferentes, ha criticado de manera inmisericorde novelas como Dark Blood (Harper Collins), de su colega Stuart MacBride, a la que dedicaba frases como “otra muestra más del desfile aparentemente interminable de novelas sobre investigaciones policiacas que parecen abundar en el Reino Unido”. Una crítica discutible en cuanto que varias de las novelas de Ellory pueden clasificarse fácilmente bajo la etiqueta del procedural, el término inglés que se refiere a este tipo de novelas policiacas, y que recuerda que lo más probable es que el propio autor estuviese marcando de manera poco honesta su territorio.

La escasa habilidad de Ellory para ocultar sus pasos, que muestra que poco ha aprendido de los personajes de sus novelas –en algunos mensajes firmaba como Nicodemus Jones, en otros como Roger, su nombre de pila–, le ha llevado a ser descubierto fácilmente por Jeremy Duns, otro autor de novela policiaca que publica en Simon & Schuster y Penguin, y que delató a su compañero en Twitter. Ellory ha salido al paso pidiendo perdón por su comportamiento y admitiendo toda la responsabilidad sobre las críticas en unas palabras destinadas al rotativo inglés The Daily Mail, en las que señalaba que “me arrepiento sin ninguna clase de reserva de la falta de juicio que ha provocado que estas opiniones personales sean difundidas por estos medios y me gustaría disculparme ante los autores y la comunidad de lectores”. Una explicación poco satisfactoria en cuanto que, como muchos señalan, alabar el trabajo propio de manera anónima poco tiene que ver con la opinión personal. Más aún cuando las primeras reseñas de Jelly Bean, otro  de los alias empleados por el autor, se remontan a 2008.

Una tendencia creciente

Más problemático aún es criticar de manera interesada el trabajo de los demás, puesto que en multitud de ocasiones –y más en el mercado editorial–, la competencia no tiene por qué ser necesariamente negativa. Así lo recordó la Asociación de Escritores de Novelas de Crimen (Crime Writers’ Association), a la que pertenece el propio autor, en una nota destinada a los medios: “Como otros en el medio editorial, somos conscientes de la práctica de autores que asumen personalidades falsas en blogs, Twitter o Amazon para promocionar su propio trabajo y, en algunos casos, escribir reseñas negativas sobre la obra de los demás”, señalaba el manifiesto. 

“Consideramos que es una práctica injusta tanto para los propios autores como para los lectores. Aún no sabemos lo extendida que puede estar esta praxis. Sin embargo, tomaremos las medidas necesarias para crear un código ético entre nuestros miembros”.
John Locke admitió haber comprado trescientas reseñas.

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El Confidencial
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