Los microbios pueden convertirse en un sistema para producir energía desde los residuos, de acuerdo a científicos.
Shewanella, una de las bacterias que producen electricidad (Materia/Ayacop)
Cuando echamos comida a la basura estamos desperdiciando energía. Según Bruce Logan, investigador de la Universidad del Estado de Pensilvania, en los compuestos orgánicos de las aguas residuales de Estados Unidos
hay una energía potencial equivalente a 17 gigavatios de potencia
instalada, la misma que en más de 11.000 turbinas eólicas. Aprovechar
esta fuente de electricidad ahorraría además parte de la energía que se dedica al tratamiento de estas aguas residuales.
En una revisión de lo que se conoce al respecto, publicada esta semana en Science, Logan apunta a los microbios
como aliados fundamentales para lograr aprovechar las enormes
cantidades de energía que se esconden en la basura. Las bacterias que se
pueden emplear para producir energía, conocidas como exoelectrógenas,
tienen la capacidad de consumir la materia orgánica y transferir
electrones que son aprovechados para producir electricidad.
Como se explica en el artículo, los microorganismos generadores de electricidad más estudiados son Geobacter y Shewanella,
pero hay muchas otras bacterias con habilidades similares. Dada la
diversidad de la basura orgánica, son necesarios muchos tipos de
microbios para degradar los distintos componentes. Pero entre todas, las
bacterias son capaces de producir electricidad a partir de casi
cualquier tipo de material orgánico o inorgánico, desde el etanol o el hidrógeno, hasta los restos de animales o la celulosa.
Producción de hidrógeno
En principio, las
técnicas de producción de electricidad con microbios deberían tener la
misma capacidad de generación que las células de combustible
convencionales y alcanzar una eficiencia energética aún mayor. Sin
embargo, la tecnología no ha conseguido grandes rendimientos y han
surgido dudas sobre la posibilidad de que las bacterias lleguen a ser
algún día una fuente de energía competitiva. En este sentido, se plantea
que una utilidad más cercana para los microbios es la producción
química de hidrógeno a partir de las aguas residuales, sustituyendo la
electrolisis, con el consiguiente ahorro energético.
Los autores del estudio reconocen que aún hay mucho trabajo que
realizar para que estas tecnologías de reciclaje y producción de energía
se hagan un hueco en el mercado. Uno de los factores claves será bajar
el precio de los electrodos que sirven para recuperar la energía
producida por las bacterias. Otro, que el incremento en el precio de la
producción eléctrica con métodos más convencionales y la necesidad de
sistemas que no produzcan emisiones de dióxido de carbono incentiven la
inversión suficiente para que esta tecnología sea rentable.
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