Thomas Anderson es programador
informático durante el día y un hacker conocido como Neo por las noches. En una
de ellas recibe el siguiente mensaje en la pantalla de su ordenador:
"Despierta Neo.
Matrix te posee...
Sigue al conejo blanco...
Toc toc Neo."
En ese mismo instante alguien
llama a su puerta. Comienza una carrera desenfrenada por descubrir lo que es
Matrix y por qué le posee. Al parecer, el secreto es conocido por otra serie de
hackers, capitaneados por un tal Morfeo. Éste le ofrece a Neo la posibilidad de
averiguar la verdad mediante la elección entre dos pastillas, una roja y otra
azul. La primera le conducirá a la desasosegante realidad, teniendo que
renunciar a todo lo que ha conocido hasta entonces; la segunda le devolverá a
su mundo actual, sin ningún aparente resultado.
Neo elige la píldora roja, que le
revela la auténtica realidad: el mundo en el que vive la mayor parte de la
humanidad no es más que una enorme y sofisticada simulación de ordenador creada
por inteligencias artificiales que han derrotado a las personas en una guerra a
finales del siglo XXII y que utilizan a éstas como fuentes de energía. Matrix
es el nombre de este universo simulado y solamente unos cuantos seres humanos
lo saben y viven ocultos en una ciudad llamada Zion. En este mundo virtual, los
humanos que son conscientes de la verdadera esencia de lo que les rodea, son
capaces de desafiar parcialmente las leyes físicas y realizar hazañas
asombrosas: esquivar y detener balas, desafiar la gravedad y volar, entre
otras.
Si habéis leído el último
capítulo de mi libro Einstein versus Predator, recordaréis la idea de Alex
Vilenkin, quien piensa que condiciones similares a las que se dieron en el
momento de la inflación (instantes después del Big Bang) podrían estar
ocurriendo continuamente en distintas regiones del universo. Estarían, así,
naciendo continuamente universos bebés y podría haber tantos que no sería
imposible que incluso en alguno de ellos apareciese la vida inteligente y
regida por unas leyes de la física completamente distintas a las que conocemos.
Justo lo que parece sucederle a Neo y sus amigos cuando se enfrentan a los
agentes de Matrix.
Pero en cuanto uno admite la
posibilidad de la existencia de otros universos, lo que se conoce habitualmente
como el multiverso, entonces ya nada nos impide creer en la aparición de
civilizaciones tecnológicas avanzadas. Algunas de estas civilizaciones podrían
ser capaces de simular universos por sí mismas. De forma análoga a como
nosotros simulamos en un juego para videoconsola, ellos tendrían la capacidad
para simular una realidad completa, todo un universo, en el que se
desenvolviesen átomos capaces de combinarse para dar lugar a estrellas,
galaxias e incluso seres humanos como nosotros y que hasta nos preguntásemos
acerca de la existencia de un Programador, Gran Diseñador o Creador Universal.
¿Sugerente, verdad?
¿Qué pasaría si realmente
existiesen civilizaciones suficientemente avanzadas, con el poder de simular
universos enteros? Una conclusión obvia podría ser que comenzasen a proliferar
los universos falsos, como el mundo en el que viven los seres humanos de la
película Matrix (The Matrix, 1999). ¿Y no podría ser que estos universos falsos llegasen a superar
en número a los universos verdaderos o reales? ¿Y si los universos reales y los
universos simulados tuviesen la misma probabilidad de existir (cosa que no
tiene por qué ser cierta)? ¿No podría ocurrir que un ser inteligente elegido al
azar tuviese una probabilidad mayor de encontrarse en uno de los segundos, en
lugar de uno de los primeros?
Los alienígenas simuladores
tendrían poder de decisión sobre la vida y la muerte de sus creaciones
simuladas, son ellos los que eligen las leyes físicas que gobiernan las nuevas
realidades, pudiendo cambiarlas, modificarlas o eliminarlas a su antojo. Hasta
podrían pararse a observar cómo sus simulaciones crean, a su vez, otras
simulaciones. En esta situación, ¿cómo podemos distinguir si nuestro mundo es real
o simulado? ¿Simplemente tomando la píldora roja? ¿Hay alguna forma científica
de discernir la realidad desde dentro de la propia simulación?
Algo que puede parecer lógico y
razonable es que los simuladores no utilicen simulaciones perfectas, ya sea
porque no quieren o porque, simplemente, no pueden acceder a ellas por
impedimentos económicos o de gasto energético (podría suceder que los
requerimientos de potencia informática fuesen prohibitivos). Al fin y al cabo,
es lo mismo que hacemos nosotros en nuestros diseños de videojuegos. No son
perfectos, pero cada vez se aproximan más a la realidad. ¿Qué sucedería si en
las simulaciones de estas civilizaciones avanzadas se fuesen acumulando con el
tiempo pequeños errores, diminutos fallos? ¿Llegaría a colgarse el programa?
Obviamente, los simuladores serían conscientes de tales defectos y podrían
actualizar su software periódicamente? Pero en el entretanto, los científicos
simulados que viven en el interior de la simulación, ¿no podrían detectar estos
diminutos cambios, por ejemplo, en forma de constantes de la naturaleza que
varían con el tiempo (la velocidad de la luz, la constante de estructura fina,
la constante de la gravitación universal, etc.)?
Otra dificultad de cómo
distinguir desde dentro de la misma si una realidad es o no simulada consiste
en suponer que los simuladores tendrían el poder y la capacidad de prever la
aparición de fallos, corrigiéndolos a tiempo antes de que se produzcan las
posibles discordancias. Si existe un multiverso en el que todos los universos son
posibles y existen y estamos viviendo en una simulación como Matrix, para un científico
simulado que intenta desentrañar los misterios del cosmos y que observa que
cualquier cosa puede suceder sin motivo aparente, que las leyes de la física
son ilusorias, ¿no sería esto equivalente a no saber nada en absoluto porque no
existe ningún conocimiento digno de fiabilidad?
Fuente: