Reconstrucción del ambiente en Las Hoyas (Cuenca). | Raúl Martín
- Este método permite mejorar las estrategias de conservación de especies.
En una de las primeras apariciones de un dinosaurio en la película
'Jurassic Park' de Steven Spielberg, uno de los protagonistas toca un
ejemplar recreado a partir del ADN preservado en ámbar y exclama algo
así como: "¡En efecto! Tenían sangre caliente".
En la comunidad científica ha habido durante cuatro décadas un encendido debate sobre si los dinosaurios eran o no de sangre caliente. Pero en los últimos años, el análisis de unas estructuras de los huesos parecidas a los anillos de crecimiento de los árboles en dinosaurios ha hecho que durante mucho tiempo predominase la hipótesis de que estos animales fueron reptiles de sangre fría (ectotermos), es decir, que necesitan energía del exterior para realizar sus funciones vitales de la misma forma que los lagartos o serpientes actuales que necesitan del calor del Sol para vivir.
Sin embargo, algunos investigadores de prestigio como Jack Horner, que sirvió de asesor a Spielberg para la película, tenían sus argumentos para seguir pensando que los dinosaurios eran animales de sangre caliente (endotermos). Pero les faltaba un argumento lo suficientemente sólido como para derribar la hipótesis dominante de que tenían sangre fría.
Hace años, un grupo de investigadores comenzó a estudiar estos anillos de crecimiento en los restos de huesos de algunos dinosaurios encontrados en yacimientos paleontológicos. Estas estructuras son en realidad lo que los investigadores llaman líneas de parada del crecimiento (LAGs), que se producen cuando el crecimiento del animal se detiene o ralentiza debido a condiciones ambientales desfavorables, como el invierno o las estaciones secas.
Estas líneas, que sí se habían encontrado en animales de sangre fría, nunca había sido vistas en mamíferos o en animales de sangre caliente (salvo algunas excepciones, como los osos, que fueron achacadas a los ciclos vitales con ralentizamiento del metabolismo durante la estación fría). En aquellas investigaciones, los investigadores encontraron estas LAGs en las muestras de dinosaurios. De forma que se convirtió rápidamente en uno de los principales argumentos que sustentaban la hipótesis de que los dinosaurios eran animales de sangre fría.
Sin embargo, la investigación española recién publicada en la revista 'Nature' ha ahondado en el estudio de estos anillos de crecimiento en mamíferos y ha demostrado su existencia en una gran variedad de especies de sangre caliente. "La creencia de que no había LAGs en los huesos de animales endotermos era el argumento principal que sostenía la hipótesis de la ectotermia de los dinosaurios. Nosotros hemos desmontado este argumento", explica a ELMUNDO.es Xavier Jordana, uno de los autores de la investigación y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Köhler y sus colaboradores han analizado más de un centenar de rumiantes. En total han analizado hasta 115 fémures derechos de especies de 36 localidades diferentes en África y Europa, que en su conjunto cubren casi la totalidad de los regímenes climáticos actuales.
Las muestras provienen de Hamburgo (Alemania) y pertenecen a una completísima colección de animales salvajes elaborada hace más de 60 años por la exploradora Marguerite Obussier. En aquel entonces aún no había impedimento legal en ir de safari a África, matar los ejemplares que deseases, documentarlos y llevarlos a Europa para formar parte de una colección zoológica. Ahora, esas muestras han servido para que el equipo de Köhler y Jordana haya podido obtener las conclusiones publicadas en 'Nature'.
Para ello, los científicos tuvieron que cortar los fémures, incluirlos en una potente resina y pulirlos hasta dejar una muestra de 0,1 milímetros de espesor. Luego, esas láminas fueron observadas al microscopio óptico de luz polarizada para estudiar sus LAGs.
Pero la investigación no se queda solo en el debate sobre la termoregulación de los dinosaurios, sino que tiene también una clara aplicación directa en los estudios de conservación de la biodiversidad actual de nuestro planeta. "Podemos conocer detalles de la edad a la que ha muerto un individuo, a qué edad maduró sexualmente y cómo le están afectando cambios como los derivados del cambio climático", explica Jordana. "Esto es muy importante para evaluar el estado de conservación de una especie determinada".
Fuente:
El Mundo Ciencia
En la comunidad científica ha habido durante cuatro décadas un encendido debate sobre si los dinosaurios eran o no de sangre caliente. Pero en los últimos años, el análisis de unas estructuras de los huesos parecidas a los anillos de crecimiento de los árboles en dinosaurios ha hecho que durante mucho tiempo predominase la hipótesis de que estos animales fueron reptiles de sangre fría (ectotermos), es decir, que necesitan energía del exterior para realizar sus funciones vitales de la misma forma que los lagartos o serpientes actuales que necesitan del calor del Sol para vivir.
Sin embargo, algunos investigadores de prestigio como Jack Horner, que sirvió de asesor a Spielberg para la película, tenían sus argumentos para seguir pensando que los dinosaurios eran animales de sangre caliente (endotermos). Pero les faltaba un argumento lo suficientemente sólido como para derribar la hipótesis dominante de que tenían sangre fría.
Análisis de huesos de mamíferos actuales
Ahora, una investigación realizada en España acaba de desmontar esta hipótesis y devuelve el debate al mismo punto en el que se encontraba hace 40 años. Pero, para lograrlo, los científicos, pertenecientes al Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), no han tenido que tocar ni un solo resto de dinosaurio.Hace años, un grupo de investigadores comenzó a estudiar estos anillos de crecimiento en los restos de huesos de algunos dinosaurios encontrados en yacimientos paleontológicos. Estas estructuras son en realidad lo que los investigadores llaman líneas de parada del crecimiento (LAGs), que se producen cuando el crecimiento del animal se detiene o ralentiza debido a condiciones ambientales desfavorables, como el invierno o las estaciones secas.
Corte del hueso de un cérvido. | Nature
Estas líneas, que sí se habían encontrado en animales de sangre fría, nunca había sido vistas en mamíferos o en animales de sangre caliente (salvo algunas excepciones, como los osos, que fueron achacadas a los ciclos vitales con ralentizamiento del metabolismo durante la estación fría). En aquellas investigaciones, los investigadores encontraron estas LAGs en las muestras de dinosaurios. De forma que se convirtió rápidamente en uno de los principales argumentos que sustentaban la hipótesis de que los dinosaurios eran animales de sangre fría.
Sin embargo, la investigación española recién publicada en la revista 'Nature' ha ahondado en el estudio de estos anillos de crecimiento en mamíferos y ha demostrado su existencia en una gran variedad de especies de sangre caliente. "La creencia de que no había LAGs en los huesos de animales endotermos era el argumento principal que sostenía la hipótesis de la ectotermia de los dinosaurios. Nosotros hemos desmontado este argumento", explica a ELMUNDO.es Xavier Jordana, uno de los autores de la investigación y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Herramienta para la conservación de la biodiversidad
"El estudio que hemos hecho es muy potente, por la cantidad de material y la diversidad de especies con las que hemos trabajado, pero no lo diseñamos para encontrar la respuesta a la termofisiología de los dinosaurios. Nosotros pretendíamos conocer mejor la fisiología de los mamíferos actuales y queríamos entender cómo el ambiente los afecta: cómo cambia su crecimiento en función de la temperatura exterior, de las lluvias o de la disponibilidad de alimentos y agua", explica Meike Köhler en un comunicado remitido por el ICP.Köhler y sus colaboradores han analizado más de un centenar de rumiantes. En total han analizado hasta 115 fémures derechos de especies de 36 localidades diferentes en África y Europa, que en su conjunto cubren casi la totalidad de los regímenes climáticos actuales.
Las muestras provienen de Hamburgo (Alemania) y pertenecen a una completísima colección de animales salvajes elaborada hace más de 60 años por la exploradora Marguerite Obussier. En aquel entonces aún no había impedimento legal en ir de safari a África, matar los ejemplares que deseases, documentarlos y llevarlos a Europa para formar parte de una colección zoológica. Ahora, esas muestras han servido para que el equipo de Köhler y Jordana haya podido obtener las conclusiones publicadas en 'Nature'.
Para ello, los científicos tuvieron que cortar los fémures, incluirlos en una potente resina y pulirlos hasta dejar una muestra de 0,1 milímetros de espesor. Luego, esas láminas fueron observadas al microscopio óptico de luz polarizada para estudiar sus LAGs.
Pero la investigación no se queda solo en el debate sobre la termoregulación de los dinosaurios, sino que tiene también una clara aplicación directa en los estudios de conservación de la biodiversidad actual de nuestro planeta. "Podemos conocer detalles de la edad a la que ha muerto un individuo, a qué edad maduró sexualmente y cómo le están afectando cambios como los derivados del cambio climático", explica Jordana. "Esto es muy importante para evaluar el estado de conservación de una especie determinada".
Fuente:
El Mundo Ciencia