La forma de alimentar a un bebé podría influir en su rendimiento escolar, según el último estudio publicado en The European Journal of Public Health, que fue realizado por investigadores del Instituto de Investigación Social y Económica de la Universidad de Essex y de la Universidad de Oxford.
Según este trabajo, que empleó los resultados de pruebas de coeficiente intelectual y de otros test de rendimiento escolar realizadas a más de diez mil niños de entre 5 y 14 años, los niños que siendo bebés habían recibido sus comidas siguiendo un horario fijo tienen menor coeficiente intelectual que aquellos que eran alimentados cuando tenían hambre, según su apetito. Concretamente, el estudio se basó en información derivada del ALSPAC, el estudio longitudinal de Avon sobre padres e hijos del Reino Unido, en el que se evaluó a niños nacidos a principios de la década de los años noventa en la zona de Bristol, en el Reino Unido.
María Iacovou, principal autora del estudio:
No podemos asegurar con certeza la razón de estas diferencias, aunque sí podemos formular varias hipótesis. Se trata del primer estudio en explorar este tema y convendrá investigar más a fondo para comprender los procesos que intervienen.
En general, las madres que siguieron un horario fijo eran más jóvenes y entre ellas había mayor porcentaje de solteras y de mujeres con bajo nivel de estudios que no leían a sus hijos cuando eran pequeños.
Es un dato significativo, porque las madres que intentaron en vano ajustarse a una programación se parecen a las madres que siguieron un horario fijo en que por lo general eran más jóvenes. Asimismo, entre ellas era mayor el porcentaje de solteras y de las que se acogían al alquiler de viviendas sociales, siendo también mayor el porcentaje de las que no tienen un nivel elevado de estudios ni leen a sus hijos. Es evidente que estas características sociales aumentan las probabilidades de que un niño rinda peor en el colegio. Así que por lo visto la diferencia no se debe al hecho de haberse alimentado según una programación fija, sino al tipo de madre que intentó ajustarse a ella (con o sin éxito).
Pero es el primer estudio de estas características, así que deberán hacerse otros para localizar realmente la razón de que los niños que comen cuando tienen hambre acaban siendo más inteligentes.
Vía | Cordis
Sitio Oficial | The European Journal of Public Health
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