El pequeño ácaro, encima de la araña. | University of Manchester
- Logran una imagen de alta resolución de un ácaro montado sobre una araña
- Los fósiles estaban en una pieza de ámbar de hace 50 millones de años
- Es el caso más antiguo registrado de este tipo de asociación entre fauna
Mide la milésima parte de un milímetro. Vivió hace 50 millones de años y Está atrapado en un trozo de ámbar. Era difícil de detectar porque estaba subido encima de una araña, que es la que atrae la atención de todo el que analiza la pieza. Pero aun así, lo han localizado. Es el polizón o, mejor dicho, el autoestopista más antiguo del que se tiene noticia. Un ácaro minúsculo montado sobre el lomo de una araña, a la que empleaba como medio de locomoción, y al que los científicos han hecho ahora un completo retrato en tres dimensiones gracias a las técnicas digitales de escáner.
Los palentólogos que han presentado las imágenes han usado una técnica de diagnóstico conocida por su uso médico, pero que se está revelando como una herramienta muy útil para la paleontología. Se trata de la Tomografía Axial Computerizada o TAC, un sistema de diagnóstico que toma múltiples radiografías de un objeto, desde distintos planos, para reconstruirlo después en una imagen en tres dimensiones elaborado por ordenador.
"El TAC nos ha permitido diseccionar digitalmente el ácaro y separarlo de la araña, para poder ver así las estructuras de su parte baja, que estaban apoyadas sobre la espalda del arácnido y que eran esenciales para poder identificar la especie, pues son la parte más característica del animal" ha afirmado al servicio de noticias científicas Eurekalert David Penney, uno de los autores del trabajo.
Según Penney, que trabaja en Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Manchester, "el especimen, que es extraordinariamente raro de encontrar en el registro fósil, es potencialmente el más antiguo conocido de la familia de los Histiostomatideos", un tipo de ácaros que tiene representantes vivos actuales.
La araña atrapada en la pieza de ámbar analizada. | University of Manchester
El ámbar, que no es más que resina fosilizada, funciona como un archivo de las asociaciones ecológicas del pasado al dejar 'congeladas' en la misma pieza ejemplares de especies distintas que compartían el mismo espacio hace millones de años. El doctor Penney explica lo relevante del pedazo de ámbar que han analizado: "En muchos casos, los organismos murieron al instante y quedaron preservados con increíble fidelidad, mostrando lo que estaban haciendo en el momento antes de morir. Sin embargo, la mayoría de los fósiles consisten en insectos individuales o bien en unos cuantos de ellos pero que aparecen separados sin que haya una evidencia palpable de que estaban relacionándose entre ellos. Sin embargo, esta pieza extradordinaria es de esas que ocurren una vez entre cien mil especímenes".
Como explica Penney, el ácaro estaba usando a la araña para desplazarse tal y como hacen los ácaros actuales, que aprovechan animales más grandes para desplazarse de un sitio a otro. Es una forma de auto-stop que en términos biológicos se conoce como foresia. No tiene que ver con el parasitismo. En este último, un animal se sitúa sobre otro para aprovecharse de él atacándolo, tal y como hacen los piojos o las garrapatas que chupan la sangre del hospedador que parasitan. En la foresia, el 'aprovechado' sólo usa al otro para moverse, como ocurre por ejemplo con los peces rémoras que se adhieren a los tiburones.
El biólogo de la Universidad de Manchester Richard Preziosi, ha declarado a Eurekalert: "La foresia es común en muchos grupos animales hoy en día. Pero el estudio de fósiles como el que hemos descrito nos da claves muy importantes para saber hasta cuándo se remonta este tipo de comportamientos en el pasado y cómo evolucionó esa habilidad. Ahora tenemos una tecnología de la que no disponíamos antes y por tanto podemos emplear un enfoque multidisciplinar para extraer la máxima información posible de un buen número de fósiles minúsculos que hasta ahora no ofrecían ningún dato científico significativo".
Parte inferior del ácaro reconstruida gracias al TAC. | University of Manchester
La clave, explica Preziosi, es que el TAC permite analiza al completo los animales atrapados en el ámbar, incluyendo aquellas partes no visibles o que serían destruidas si se intentará extraer físicamente la pieza. Eso es lo que ha ocurrido con el polizón de hace 50 millones de años, al que los científicos han reconstruido hasta el mínimo detalle.
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